Tiene 19 años, pero parece más chica, no sólo por su contextura pequeña sino porque cuando juega con su hija parece una niña más. Sin embargo, la vida la hizo crecer a los golpes y la curtió duro en cada estación. Con la voz entrecortada y un nudo en la garganta cuenta desde el inicio una historia de tristezas y penurias que acabó en un final anunciado.Al menos para este artículo, su nombre permanecerá en el anonimato. No hace falta saberlo. Ya sufrió mucho. Se trata de la joven que en junio pasado mató a puñaladas a su padre de 52 años en Bernardo de Irigoyen. Según su relato -el mismo que brindó ante la Justicia- actuó de esa manera para evitar que el hombre volviera a violarla y, mucho peor, abusara también de su pequeña hija, de apenas tres años.La entrevistada es protagonista de una historia de abandono y sometimiento. En diálogo con PRIMERA?EDICIÓN, contó parte de la tragedia que la golpea prácticamente desde que nació y reveló el relato que contó ante las autoridades, el mismo por el que la Justicia -junto a otros elementos de prueba- considera que actuó bajo legítima defensa.Maltratos desde el inicioLa protagonista de esta historia nació en Puerto?Libertad, a 44 kilómetros de Iguazú. Poco duró en esa localidad:?a los seis meses, su propia madre la abandonó en casa de una vecina. Desde ahí fue a parar a lo de su abuela, en Puerto Pinares, Eldorado. “Ella tenía problemas psicológicos y era muy violenta, no podía seguir viviendo allí. A veces me pegaba tanto que escapaba al monte y quedaba varios días escondida, sin comer. Amanecía bajo la lluvia. Sufrí mucho con ella”, recuerda con dolor.Un día, la joven dijo basta. Pero el destino no quiso ayudarla. “Junté coraje y me fui a lo de una tía, pero cuando el marido tomaba mucho, también me maltrataban. Ahí vino una tía de Brasil y me llevó a conocer a mi mamá. Volví a Libertad y me quedé ahí un mes, pero una noche mi padrastro quiso abusar de mí, por lo que mi madre me llevó a la casa de una señora mayor que me trató muy bien y a la que quise mucho”, revela la entrevistada.Esa mujer fue la única que la ayudó, sin pedir nunca nada a cambio. “Me mandaba a la escuela, me compraba cosas. Gracias a ella hice hasta sexto año”, recuerda la joven con nostalgia. Sin embargo, la vida volvió a golpear: “cuando tenía trece años, ella falleció de una enfermedad y no pude estudiar más. Fue muy importante, la única que me ayudó en mi vida, hasta hoy me duele su muerte”, dice, con los puños apretados.A partir de esa pérdida, la vida de la joven fue un derrotero de sinsabores. Comenzó a ganarse la vida como empleada doméstica, de casa en casa, y así conoció al que sería el padre de su hija. Vivieron juntos en Pozo Azul hasta que el hombre supo del embarazo. Entonces, se fue a trabajar a los yerbales y regresaba los fines de semana. Algo parecía andar mal.“Cuando nació mi hija, comenzó a maltratarme. Dejó de trabajar y nunca se ocupó de las cosas que necesitaba la nena. Cuando conseguía algo de plata, lo gastaba en bebida. Un día me cansé, agarré mis cosas y salí a la calle con mi hija. Me fui a vivir con un familiar, hasta que una de mis tía me contó que mi papá vivía en Bernardo de Irigoyen y me quería conocer”. Ese fue el inicio del final.Desenlace fatalLa joven pensó que ese sería el comienzo de una nueva vida. Se mudó junto a su padre, que vivía solo. Al principio, aquel hombre se mostraba atento y cordial, al punto que hasta jugaba con su nieta cual si fuera cualquier otro abuelo. Sin embargo, una noche todo cambió, al decir de sus palabras.“Se metió en mi cama. Quise defenderme, pero me golpeó”, cuenta la muchacha, con lágrimas en los ojos, y continúa: “al otro día esperé que se fuera, llamé a su hermano y le conté lo que pasó. Como él tiene casas en alquiler, le pedí que me prestara una, pero me dijo que ninguna estaba vacía y que no abriera la boca sobre lo que había pasado. Pensé en hacer una denuncia, pero me daba miedo que nadie hiciera nada y que al final él se ponga más violento conmigo y con mi nena, entonces todo quedó así…”.El desenlace no tardó en llegar. Aquella noche la entrevistada estaba en el patio de la casa de Bernardo de Irigoyen junto a su padre y un vecino de quince años con el que -siempre según ella- su progenitor compartía bebidas alcohólicas. Cuando ese menor se marchó, el padre insistió en que la acompañara con la ronda de tragos, pero ella se negó. Y?pasó lo peor.“Me fui a la habitación. Estaba durmiendo cuando de golpe me desperté y él estaba en mi cama, me había sacado la ropa e intentaba forzarme. Le di una patada con mucha bronca, me levanté rápidamente. Me pegó una trompada y me tiró al piso. Me paré como pude y lo empujé fuerte contra la pared; se golpeó la cabeza, pero se recuperó, agarró un cuchillo y me amenazó que si no me dejaba, me iba a matar y se iba a quedar con mi hija. Cuando vino hacia mí, empujé una mesita que le dio en las ‘canillas’, tropezó y se cayó, agarré el cuchillo y lo hinqué. Sólo quise defenderme y proteger a mi hija”, argumenta la joven, tal como se lo dijo en su momento a la Justicia provincial.La muchacha asegura que, en estado de shock, envolvió el cuerpo de su padre con una frazada y lo arrastró hasta el corredor de la vivienda. Al escuchar que su hija lloraba, se acostó abrazada a ella y durmió hasta el día siguiente. Cuando despertó, asegura, no recordaba nada de lo que había hecho.“Fue como que perdí la memoria. Al otro día vino un hermano de mi papá, golpeó una ventana y empezó a preguntar por él. Miré y en ese momento vi el cadáver. Ahí él hizo la denuncia y en la comisaria yo dije todo lo que me acordaba”, resume.La joven actualmente está bajo custodia de las autoridades. No sabe qué será de su situación. “Sé que mis tíos están dolidos, pero no saben lo que es estar en mi lugar. No saben lo que viví. Nadie que no haya sufrido mi calvario puede entender lo que hice. Yo sólo quise defenderme”, subraya con especial énfasis.De vuelta con su madrePoco tiempo tardó la Policía en detener a la joven. En un primer momento, una oficial se hizo cargo de su hija. Se comunicaron con el padre de la niña, pero la protagonista de la historia no estuvo de acuerdo con cederle la custodia en razón de los antecedentes y las cicatrices que le quedan de la convivencia en Pozo Azul.No obstante, una vez que la investigación se profundizó y se conocieron mayores detalles del caso, la Justicia provincial finalmente le restituyó a la pequeña, al menos hasta que la causa llegue a juicio oral y público. Eso es lo único que, por el momento, la mantiene en pie y no le permite bajar los
brazos.Trabajo en conjuntoEl complejo caso derivó en un trabajo conjunto entre la magistrada Nuria Allou, titular del Juzgado de Instrucción 2 de Eldorado; la defensora Civil, Laboral y de Familia 4 de Bernardo de Irigoyen, Carla Albertini, y la defensora oficial Ana María Mayerhoefer, encargada de la tutela procesal de la joven.De común acuerdo y en base a lo que consta en el expediente es que se logró que la muchacha cuente con el beneficio de la prisión domiciliaria y esté junto a su hijo a la espera del debate oral y público. Además, se logró que el padre de la pequeña cumpla con la cuota alimentaria.A ese grupo inicial de trabajo se sumó también la diputada Myriam Duarte, quien se ocupó -junto con el Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia, y la titular de la Comisión de Prevención de Tortura, Rita Núñez- de gestionar un lugar para que madre e hija estén resguardadas hasta que se resuelva la situación de la protagonista.“Pedimos el sobreseimiento de la causa por legítima defensa”En diálogo con este Diario, la doctora Ana María Mayerhoefer -titular de la Defensoría Oficial de Instrucción 1 de Eldorado y subrogante la Defensoría 2- explicó algunos detalles de la causa en la que actúa como defensora de la joven acusada por la muerte de su padre en Bernardo de Irigoyen, en junio pasado.“En principio logramos la prisión domiciliaria, un beneficio que le corresponde por tener una hija menor de cinco años”, explicó la letrada, quien aseguró que los elementos que constan en el expediente permiten suponer que actuó en defensa de su vida.Es en ese sentido que Mayerhoefer presentó un pedido de sobreseimiento por legítima defensa, ya que considera que la joven tuvo que tomar esa decisión para salvar su integridad sexual y también su vida porque el padre esa noche tomó un cuchillo con ánimo de lesionarla y abusarla. La defensa señaló además que cuenta con el testimonio de una hermana -por parte del padre- de la joven, quien ya se presentó ante la Justicia para denunciar que fue víctima de abusos por parte de su progenitor durante varios años.“Esperamos lograr el sobreseimiento por legítima defensa. La joven afirmó que no tenía otra opción porque quería salvar a su niña, sacarla de ese ámbito donde temía por su vida, y en ese contexto ocurre este hecho en el que no tuvo alternativas. Presenté el sobreseimiento que aún espera resolución porque están dispuestos nuevos testimonios en la causa. Nuestra intención es que todo esto termine en la instrucción”, reiteró Mayerhoefer, quien señaló que su defendida “es víctima de la situación y lo vamos a demostrar en caso de llegar a juicio”.Sobre el caso también habló Carla Albertini, defensora Universal de Bernardo de Irigoyen, donde todo sucedió, razón por la que intervino.“Me ocupé del caso en defensa de la niña, y como colaboradora del trabajo que realizó la jueza Nuria Allou y la doctora Ana María Mayerhoefer. Lo que intenté desde mi función es resguardar a la menor y a su madre, tratando de ubicar un alojamiento seguro a través de instituciones para que les brinden alojamiento y alimentación adecuada hasta que fueran trasladadas a la unidad penitenciaria”, contó la letrada al respecto.Albertini señaló que el padre biológico de la niña está cumpliendo con la cuota alimentaria e inició los trámites para reconocerla legalmente en el Registro de las Personas.“Realmente estamos conformes porque logramos todo esto en muy poco tiempo y pudimos cumplir con la tarea que nos corresponde a cada una”, indicó la defensora, a la vez que aseguró que “pese a la complejidad del caso, el acceso a la Justicia para la joven está garantizado, así como los cuidados y resguardos correspondientes, tanto para ella como para la pequeña”.





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