El día comienza y ya me siento agotada, todo me pesa y el desánimo crece día a día. Mis relaciones interpersonales me agobian, así que de a poco me voy alejando y corriendo solo para lo muy necesario con los chicos y la casa.Marisa ingresa al consultorio todavía con su uniforme del trabajo puesto y disculpándose por los minutos tarde. También se disculpa porque había suspendido otro turno, y porque se había olvidado en su oficina un estudio que me quería mostrar. Comienza a relatarme de varias maneras sus múltiples zonas de molestias para luego decirme: “me siento muy mal, me duele todo durante todo el día”. Disculpas, disculpas, se siente el malestar en su voz y su mirada agitada intentando contarme los eventos de este ultimo año, que parecen una cascada de sinsabores. En el examen, el peso de sus preocupaciones se refleja en sus hombros doloridos y las marcadas contracturas, dolor lumbar intenso que se acrecienta con los mínimos movimientos del examen. Abdomen con ruidos hidroaéreos aumentados y dolor a la palpación. Le pregunto: “¿cada cuánto va al baño? Constipación de tres a cuatro días, no lo tiene en cuenta. No había una articulación ni movimiento que no doliera con alguna intensidad. Intenta cuidarse en la alimentación y solo toma agua y mate, nada más. Su vida social es nula y su entorno social son su trabajo, y está casada con dos hijos adolescentes. Marisa parece tener todo en orden y a su vez, sentirse mal. En su familia el diálogo es para encajar, me cuenta que parecen todos desconocidos y sus celulares ocupan gran parte del horario en que están juntos. Nadie sabe bien qué siente el otro, viven juntos pero a nadie parece interesarle el otro. Solicité algunos análisis y detecté un mínimo problema hormonal. Su problema principal radicaba en tratar de reencontrarse y al hacerlo valorarse un poquito más, sin tantas disculpas por todo, sin tanta soledad y tristeza. A veces, las soluciones aparecen cuando el tratamiento podemos verlo desde la parte holística, en un todo. Otros aspectos en que nos ayuda la consulta es cuando escuchamos los pormenores de su día y la vemos moverse en su contexto hormonalmente. Seguro tendremos alteraciones, ya que son el reflejo de nuestras emociones y es muy importante que nuestro cuerpo reciba bioquímicamente lo que necesita, pero también es bueno saber que existen otros tratamientos como las flores misioneras y otras terapias como la guía de coaching para salir a flote de situaciones diarias, que a veces no podemos ver.La autoestima y los límites a nuestro entorno nos permiten ver con otra perspectiva nuestro futuro. Las emociones que no descubrimos no las podemos tratar y el tiempo que no nos regalamos no lo podemos recuperar. Las facturas que nos pasa nuestro sentir no se pagan con la dosis diaria de un medicamento, sino con una cadena de molestias que se agravan a diario y muchas veces perjudican a nuestros seres queridos.Los malestares se transforman en enfermedades si no los atendemos desde su origen que -muchas veces- es una emoción.Valoremonos como personas íntegras que merecemos vivir en armonía con nuestro ser. Nuestro tiempo es para escucharnos a nosotros mismos y ayudarnos a estar bien. Regalémosnos con alegría esos momentos solo para nosotras y valorémosnos en su totalidad como seres maravillosos. Según muchos autores de autoayuda, el cuerpo grita lo que el corazón calla y según nuestro mayor libro de autoayuda, la palabra de Dios, la Biblia nos dice que el corazón alegre es buena medicina, pero el corazón abatido seca los huesos. (Proverbios 17,22). A mantenernos felices con nosotros mismos para que el resto pueda disfrutar nuestros múltiples dones.Colabora: Marcela CampiasMédica. Clínica. Especialista en Medicina Orthomolecular. CIMOEn FacebookAv. Tambor de Tacuarí 3328T.e. 4423184





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