"Lo que pasamos con el barro producido por las intensas lluvias del fenómeno de El Niño del año pasado, no tiene nombre", manifestaron con indignación vecinos del barrio Ñu Porá, que esta semana volvieron a padecer las consecuencias de las calles de tierra en mal estado. Los reclamos por este tema son constantes. En agosto del año pasado, PRIMERA EDICIÓN publicó la última nota de las “súplicas” que los habitantes del barrio, emplazado entre Posadas y Garupá, efectuaron a las autoridades para que hicieran lugar al pedido. Pero hasta el momento no hubo intenciones de acercar soluciones. “El artículo cumplió un año y podemos prenderle una velita”, ironizó una vecina.Contó que días atrás una máquina del municipio de Garupá “anduvo rasqueteando una calle que estaba clausurada pero el agua podrida corre por los zanjones y si no ponen tubos o lo que corresponda, seguirá igual aunque la maquina arrastre la tierra de acá para allá. Tantas veces los vecinos patinaron con sus vehículos, hasta que tiraron una cubierta para señalizar y obstaculizar el paso. Y eso que estamos hablando de un barrio totalmente poblado”, acotó.Sostuvo que durante los días de lluvia, “por poco no anduvimos en cuatro patas. Quiero que me expliquen ¿cómo llegar al centro, donde tenemos que ir a hacer absolutamente todos los trámites, más o menos presentables? Tenemos que ir gateando a tomar un colectivo allá lejos porque por el tema que no hay calles, no entran las unidades. En nuestro caso, que estamos a tres largas cuadras hacia la ruta 12, existen dos opciones pero una es peor que la otra. Una de ellas es salir por Mburucuyá o Las flores hacia la avenida Roth para tomar el único 46, del que no entendemos los horarios. Hay que esperar entre 30 y 40 minutos para llegar a paso de tortuga a la estación de transferencia. Eso nos lleva una hora”. IndiferenciaEn abril, un grupo de pobladores fue a hablar con el intendente de Garupá, Luis Ripoll, que “nos escuchó como quien oye llover. Y nada. La falta de mantenimiento, la falta de inicio de obras, nos indica que están haciendo la plancha. Creíamos que se debía empezar por los cordones cuenta pero de eso no se habla, no hay proyectos”. Preocupados, los vecinos entienden que “tiene que haber una visión amplia de futuro porque la ciudad capital se extiende hacia acá, otra salida no hay. Estamos rodeados de agua estancada. A un costado tenemos un río muerto, porque el Paraná esta hecho una represa, y el Garupá, que es un lago artificial. No hay una visión de futuro, un grupo que trabaje como para organizar este descontrol”.“Esto está igual o peor de antes. Cuando no llueve, existe una capa de polvo sobre el que debemos caminar. Si algún frentista tiene vereda, en estos días hay que lograr pasar el charco y trepar. No es una solución. Los funcionarios que no nos representan. Hay vecinos que hace más de 40 años que viven en esta zona, padeciendo”, lamentó. Prueba de ello son los aserraderos y laminadoras que “tenemos cerca de la ruta, lo que incide que se haga cualquier mejora. Son amos y señores de las calles y contaminan el aire, la tierra, el agua. Del agua podrida que sacan de los establecimientos, se forman charcos en medio de la calle. Es necesario relocalizarlos a una zona industrial pero hace falta tomar decisiones. No tenemos una calle de entrada y salida al barrio”, dijo. Aseguró que las obras que se efectuaron al costado de la ruta 12 “no nos sirven. Hay sectores de las colectoras que están listos pero sin carteles y sin refugios para los usuarios del transporte urbano. Donde antes había un lamentable refugio para esperar colectivos, ahora no queda nada. Y lo que es peor, donde antes era parada, ahora los choferes tienen prohibido detenerse. Entonces tenemos que caminar más kilómetros todavía. Hay mucha gente grande y cuando no se padece el frío, es el calor. Los colectivos entran donde empieza Fátima, a unas 20 o 30 cuadras largas, van hasta Los ceibos, a seis cuadras largas de acá, utilizando un asfalto que tiraron sobre el empedrado. Entonces así sí tienen 3 o 4 líneas”. Y de esos temas “no tenemos con quien hablar. El intendente se lava las manos y nosotros estamos en el medio, abandonados, desamparados. Por los refugios intentamos contactarnos con ediles de Posadas pero no les vimos la cara, nadie tiene nada que ver, según los secretarios. Nadie se compromete”.





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