El hospital psiquiátrico Ramón Carrillo es el sitio en el que los enfermos mentales de nuestra sociedad son alojados para intentar una rehabilitación que los inserte nuevamente en la vida cotidiana; pero tal vez le resulte muy difícil al personal del nosocomio lograr esos objetivos, ya que el estado material del lugar es bastante inapropiado.Los problemas empiezan desde el corazón mismo de los pabellones en los que duermen los internos. Las paredes de ladrillos mal terminadas dejan colar susurros del viento helado entre algunos resquicios de los muros que son testigos mudos de los padecimientos de los internos.Pero ojalá todo quedase allí, porque da pena verlos acostados sobre un delgado colchón y abrigados por una -si tienen suerte dos- frazadas finitas que no pueden protegerlos del todo.Las ventanas del Pabellón Femenino intentan simular protección con unos tablones de madera que obviamente "no son vidrio" y por lo tanto no cumplen con la misma función que aquél.Inclusive uno de los pabellones que se quemó hace un tiempo atrás tiene una parte del techo que todavía no se reconstruyó, y así está mostrando el cielo a esos ojos que no encuentran la esperanza.Las habitaciones que muestran a su paso dos hileras de diez o doce camas cada una poseen en sus costados transversales una suerte de galerías donde los "dementes" quese "descontrolan" son "encerrados" para que se calmen sin dañar a nadie; pero tales pasillos "hospedan" a los que corresponda a veces con colchón y, "si no hay", tienen queacostarse en el suelo.Uno de los ambientes más sombríos es la denominada "sala de contención", donde los enfermos mentales que están en un estado realmente critico y pueden dañarse a ellos mismos tanto como a los demás son internados hasta que se les pase la crisis. Esa sala que tendría que ser sumamente segura y confortable, tal vez sea todo lo contrario; allí las ventanas no tienen siquiera maderas que impidan el paso del frío y, aunquees la indicada para dejar a los internos críticos en determinadas ocasiones, las paredes no cuentan con ningún tipo de acolchado para evitar posibles golpes.Otro aspecto "peligroso" son las rejas superiores a la puerta del salón, que alguna vez le sirvieron a un internado para ahorcarse.La vida, que ya de por sí no les resulta fácil, parece no querer darle la oportunidad siquiera de estar vestidos "dignamente": los enfermos se pasean de aquí para allá mostrando sin querer la vergüenza de no tener calzados (aunque no todos, porque algunos privilegiados tienen chinelas u otro tipo de zapatos). La vestimenta parece no tener importancia tampoco: camisones de tela muy delgada, saquitos de hilo, sweaters que ya pasaron sus mejores épocas, reflejan una realidad muy dura.Convivir con animalesLos internos del Carrillo tienen que convivir diariamente con gatos y perros que, ignorando a quiénes atacan, se abalanzan con sus dientes y colmillos sobre la humanidad de los "dueños del lugar", que pasean por las instalaciones cada uno en su propio universo.También están los que comparten sus días con esos animalitos que les sirven de consuelo y compañía, al punto de que duermen con ellos para contagiarse del calor de otro cuerpo."Este gatito habla, es mi novio", dijo una señora que reposaba en la cama de la sala de contención, y cuyo rostro se mostró orgulloso al exhibir a su compañero. Finalmente, cuando el proyecto parece encontrar su fin, cuando hay pacientes que tienen la posibilidad de externación -o sea, de tener el alta- no logran la posibilidad de volver a sus hogares (si viven en el interior de la provincia) por falta de fondos para pagarle un micro de regreso o porque la ambulancia no tiene nafta y "no hay plata" o -en el peor de los casos- simplemente porque su ¿familia? lo deja abandonado de por vida en ese lugar.Enfrentar las carencias con apoyo de la comunidadRespecto de todas esas cuestiones, el director del psiquiátrico, Arturo Claudio Escalada, no esquivó ninguno de los temas abordados y explicó que el estado actual del nosocomio se debe a que "las cuestiones económicas y financieras en la provincia están bastante deplorables".Expresó que el "sector salud es uno de los más castigados" ya que no tiene "el respaldo económico que debería tener en este momento", por lo que requirió una suerte de respaldo económico "a todos lados", inclusive a los medios de difusión para que expandan el pedido de necesidad de ropas, calzados, y abrigos varios.Ante lo referente a la indumentaria, están viendo la posibilidad de contar con el "padrinazgo" de cooperadoras o entidades para trabajar juntos.En realidad, "los pacientes aquí no tienen nada", argumentó Escalada, y lo que "menos tienen es medicación" porque "no hay dinero".Desde hace dos meses asumió en la gestión y "lo primero que hice fue ocuparme de estas problemáticas".Por eso están trabajando con un grupo de gente del Hospital "haciendo cosas para comprar lo necesario", como por ejemplo bailes.Escalada informó que recibieron frazadas para abrigar a los "discapacitados mentales" del Ministerio de la Mujer y esperan recibir otra tanda de Bienestar Social; aunque aseguró que "no es lo mismo un paciente del Psiquiátrico que uno del Madariaga" porque las patologías que se tratan son distintas y al enfermo mental "si bien se le provee de ropa y calzado", existe "una falta de medicamentos mediante la que el paciente se descompensa" y "el terna de la temperatura" no hace mella en él.El director rescató que el "paciente canjea su ropa por alcohol, la vende, la regala, la cambia, la tira o la rompe" y "ese es el eterno problema".Dijo que la falta de vidrios en las ventanas y puertas también es consecuencia de la situación económica, y que se necesitarían vidrios especiales porque si no resultarían peligrosos para los internos.Destacó que en la sala de contención el paciente se queda los mínimo indispensable y no desmintió las carencias de la misma, aunque confirmó que "antes que nada, tratamos de conseguir ropas y medicamentos" y "luego iremos a la infraestructura".En cuanto a la limpieza, que está concesionada, no basta para higienizar todos aquellos sectores en que los "locos", sin ningún tipo de inhibición, plasman impertérritos sus desechos orgánicos.E
n lo referente a los animales que muerden a los enfermos, el director asintió la problemática como cierta, por eso pidió la colaboración a las instituciones pertinentes para erradicarlos del sitio; y agregó que encima hay víboras de coral y yararás (que todavía no atacaron a nadie) y se "previenen" cortando el pasto. "Menos hacerse cargo de pacientes ajenos"El doctor explicó que la mayoría de los pacientes del lugar viven allí desde "hace unas décadas" porque es imposible su externación y "no deberían estar aquí", sino que desde lo social "se debería implementar alguna alternativa de camino intermedio"."Aquí hay una colonia más amplia de oligofrénicos que de patologías mentales" y las crónicas "ya están deterioradas", porque si alguien tiene la posibilidad de reintegrarse a su vida social y eso se demora por cuestiones monetarias o sencillamente desidia, el paciente vuelve a su estado primitivo.En cuanto a soluciones posibles, Escalada rescató que le llegó medicación y con eso "estoy bastante contento"."Apenas uno se puede hacer cargo de los viejos de la casa" y "menos se puede hacer cargo de los pacientes que no le corresponden",reflexionó Escalada. A pesar de las carencias expuestas, un familiar de una persona que está internada en el Hospital aseguró que la labor y atención que los médicos, asistentes sociales, enfermeras y residentes brindan a los internados es "realmente impagable".La asistencia, según señaló, es continua y personalizada, ningún detalle queda librado a la buena de Dios; ya que todo el personal puja por otorgarle al paciente lo mejor de sí mismo para hacerle su carga aunque sea un poco más liviana.





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