El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es una dificultad del neurodesarrollo, complejo y heterogéneo que se presenta de diferentes maneras en cada paciente y con mucho solapamiento sintomático con otros diagnósticos psiquiátricos, como los de Ansiedad y la Bipolaridad. El TDAH incluye inatención, hiperactividad e impulsividad; y existen tres subtipos descriptos: inatento, hiperactivo-impulsivo, y combinado.La Atención es una función cognitiva que brinda soporte a todas las otras funciones cognitivas: involucra orientación, concentración hacia una tarea, e inhibición de las competidoras. Dado ello, la problemática más adecuada para describir a los pacientes con TDAH es la de una “disfunción ejecutiva” más que la de un mero “déficit atencional”. Las Funciones Ejecutivas controlan procesos muy importantes para el ser humano ya que involucran la capacidad para el diseño, ejecución y sostenimiento de planes; la toma de decisiones, la solución de problemas, el autocontrol y la regulación emocional.Cuando se habla de TDAH, en general, las personas están acostumbradas a entenderlo como un diagnóstico en niños, pero ¿qué ocurre con esos niños en la adultez? Los datos dicen que múltiples factores determinan la evolución de éste cuadro clínico a lo largo de la vida, entre ellos: si los pacientes obtuvieron tratamiento o no, y si se les administró el tratamiento adecuado. Asimismo, su evolución favorable o desfavorable depende de las estrategias compensatorias que el individuo utilizó para sobrellevar sus dificultades de funcionamiento a lo largo de la vida. Algunas veces el sentido común guía a estas personas a tomar estrategias adecuadas que compensan sus dificultades como el uso de agenda, la eliminación de distractores, el cuidado de los hábitos saludables, etc.; y otras veces incurren en estrategias disfuncionales que empeoran el cuadro, como la procrastinación (dejar tareas importantes para después) o una mala resolución de problemas.En general, dichas personas consultan a un psicólogo siendo jóvenes por motivos como fracaso académico, subempleo o repetidos cambios de empleo, dependencia económica, fracasos matrimoniales, falta de motivación e insatisfacción. En tanto en el adulto de mediana edad, la consulta suele estar dirigida a un psiquiatra o neurólogo por motivos como abuso de sustancias, trastornos del ánimo y del sueño, o trastornos de ansiedad. La heterogeneidad sintomática característica del cuadro, sumada a la alta Comorbilidad (presencia de un segundo diagnostico) que suele acompañarlo, obliga a que el diagnostico adecuado del TDAH sea exhaustivo y basado en múltiples fuentes de información (historia clínica y psiquiátrica del individuo y la familia, evaluación neuropsicologica, aplicación de cuestionarios y escalas). Asimismo, el tratamiento debe ser Multimodal, es decir, incluir: abordaje farmacológico, psicoterapia cognitivo-conductual y entrenamiento cognitivo. El diagnostico certero y el abordaje temprano y adecuado con las tecnologías terapéuticas que en la actualidad existen para abordar éste cuadro clínico mejora significativamente la calidad de vida de las personas con TDAH e impactan favorablemente a lo largo de sus vidas.Colabora: Lic. Anahi Sanchez Gil [email protected] de Psicoterapia de la Fundación INECO.





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