A diario surgen situaciones en donde los individuos nos comparamos con otros en lo que respecta a pertenencias, experiencias, cualidades, etc., y si no salimos favorecidos -aunque nos cueste admitirlo- nos sentimos molestos. Esta sensación incómoda cuando a alguien le va muy bien o logra algo que nosotros queremos, así como también de placer que aparece cuando algo le sale mal a ese mismo individuo, es una reacción humana conocida como envidia (del latín invidia: mirar con malos ojos). Este sentimiento no nos permite prestarle atención a nuestra vida ni superarnos a nosotros mismos.Sin embargo, se puede ver este estado mental ?según la opinión de los psicólogos evolutivos? como algo que nos motiva a mejorar, difiriendo de otros estudios que presentan sólo el lado desfavorable que este sentimiento puede producir.La envidia parece ser algo común en nuestras vidas, pero la manejamos y la mantenemos a raya gracias a nuestra función ejecutiva de autocontrol. Pero, a veces, el autocontrol puede verse disminuido fácilmente por las exigencias diarias, la falta de tiempo, el poco descanso, la baja de glucosa o el esfuerzo que hacemos para controlarnos.Resumiendo podemos concluir que:• Todas las emociones son positivas ya que nos informan de algo. En el caso de la envidia, nos avisa cuándo estamos en desventaja con respecto a los demás.• La envidia y su intensidad pueden ser modeladas a través del autocontrol.• El cansancio mental, el estrés, la falta de sueño y el alcohol disminuyen el autocontrol y pueden acentuar los sentimientos envidiosos.A esta altura cabe preguntarse si la envidia evolucionó hasta nuestros días sólo para hacernos sentir mal o molestos con otros. Seguramente, como dicen los científicos evolucionistas, debe haber otro sentido, y es el de hacernos prestar atención para que veamos qué hacer para superarnos. Conocer sobre nuestras emociones en este caso a la envidia, nos permite comprenderlas, modelarlas y dirigirlas hacia su función más humana. No es necesario sentirnos molestos para vernos impulsados a mejorar, aunque esa sea la intención de la envidia y no podamos dejar de sentirla en primera instancia, pero sí modelarla y saber que es posible aprender de los otros y de sus experiencias para lograr una vida más trascendente, pasando de la sana envidia al sano aprendizaje social. Colabora: Hilda GonzálezExperta en Cocina [email protected]





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