Se llama Austin Harrouff, tiene 19 años y, según sus vecinos y padres, es un hijo ejemplar volcado en sus estudios que jamás había tenido problema alguno. Sin embargo, el lunes, tras una agradable cena con sus progenitores en un restaurante del sur de florida, EEUU, se levantó de la mesa y corrió hasta el garaje de John Joseph Stevens, de 59 años, y de Michelle Mishcon, de 53, matrimonio a quienes mató a cuchilladas antes de empezar a devorar con saña sus rostros. Cuando la policía llegó encontraron a un joven comiendo, literalmente, el rostro de una de sus víctimas. Ni siquiera las pistolas de descargas eléctricas pudieron detener sus impulsos caníbales y se necesitaron cuatro agentes para reducir al asesino.La policía sospecha que el asesino, de sólo 19 años, actuaba bajo los efectos de la conocida como "Flakka" una droga que genera alucinaciones y conductas extremadamente agresivas, además de una fuerza extraordinaria.





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