Si supieras cómo agito los vientos para llegar a tus orillas, simplemente con la ilusión de poder tocar tu piel de arena, y cómo todas esas noches que se me escurren entre los dedos, al igual que el tiempo que es tirano, y se escapa entre mis manos sin poder detenerlo, sin dejarme aunque sea segundo para que ese momento se transforme en eterno.Tu perfume permanece en el aire y se aferra a mi piel como una suave caricia que me despierta al amanecer y me acompaña hasta que abro mis ojos y se transforma en una angustia sin razón. Por las noches, mi amor se transforma en esas blancas hojas donde tu distancia redacta aquellos deseos que solían ser nuestros más ocultos secretos que nadie ha de saber.Mi amor es aquel amarillo papel encerrado en esa botella en los mares del olvido, en la dulce espera de que tus manos lo rescate y descubras lo que esta noche siento. Tu distancia es la más fiel compañera de mi amor que lo lleva a recorrer su inmensidad sin siquiera darle una esperanza de encontrarte, en un viaje callado y frío pero que siempre lo trae de vuelta a ese punto de partida.Aunque no recuerdo cuales fueron esas últimas palabras que dijiste antes que tu imagen se desvanezca para siempre de la puerta, aún cubro mis oídos para dejar de escuchar esas promesas disfrazadas de amor, que se fueron desfigurando en el carnaval perverso de la vida, y que hoy se transformaron en esta distancia sin máscara y sin gracia, pero que aún mantiene su risa burlona. Por las noches tu distancia se vuelve implacable al ocultarse entre la oscuridad y el silencio para dar la más cruel de las estocadas y desgarrar sin compasión aquella vana ilusión que aún te extraña y sólo espera curar esas heridas de cuando tus recuerdos lo despedazan.Tu distancia te mantiene cautiva y levanta entre los dos ese muro de orgullo que separa el amor más sincero y el quererte y no hacer nada.Mi amor aún acaricia tu cabello que mis manos despeinaba en esas estrelladas noches llenas de pasión donde tu boca besaba, llena de un tibio aliento que quedaron en aquel cristal empañado de la ventana y que hoy se transforman en gotas que limpian quedamente el alma cada vez que llueve. Recuerdo aquellas noches que estabas en mi cama y tu distancia simplemente tomaba mi mano y me llevaba a recorrer tu piel, en un suave viaje sin apuro ni final y esa magia de saber que eras mía porque tu silueta se dibujaba en el ocaso de un atardecer. Aun siento el calor de tu pecho que me abrazaba y me llevaba al mismo infierno donde mi cuerpo se fundía al tuyo, y la pasión se transformaba en un yunque que forjaban mi amor y tu distancia. Pero siempre te busco en algún más allá, para que vuelvas y apagues esa llama eterna que se desatan por las noches cuando mis recuerdos vuelven a besar tu boca y sentir sobre tus pechos ese intenso latir de un corazón que aún se quedó enredado entre las sábanas. Muchas veces, cuando llegan tus pensamientos y me convencen que mi amor ya no está conmigo, sino que se escapó con tu distancia para recorrer aquellos lugares donde el tiempo no pasa y que se encuentran en la huella de un camino o en el banco de una plaza, allí donde los amores se reúnen con las distancias y se consuelan mutuamente como eternos amantes y no deambulen por las noches en donde se encuentran esas almas, que errantes salen a buscar esos amores que no le son correspondidos. Por Raúl Saucedo [email protected]





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