“Ciudad del este”. El mensaje, acompañado con el ‘emoticón’ de un rostro feliz, hubiese sido lo última publicación de Francisco Gerardo Maciel (34) en vida, si no fuera porque, a la hora en que fue subido a Internet, ya estaba muerto. El crimen horroriza a todo Eldorado y desvela a los investigadores, que se debaten entre una pista falsa y una provocación para explicar el comentario virtual.Lo único cierto es que el estudiante y amante de las maratones apareció asesinado a última hora del viernes en su vivienda del kilómetro 10 de Eldorado. Tenía seis puntazos en el cuello y faltaban su billetera, el teléfono celular y la notebook, desde la que se habrían conectado los homicidas para escribir en su cuenta de Facebook.Hasta anoche, al cierre de esta edición, los autores del hecho seguían sin ser identificados. En eso trabajaban en profundidad efectivos de la comisaría seccional Tercera de Eldorado, de la Brigada de Investigaciones y de Criminalística de la Unidad Regional?III.El peor hallazgoFue cerca de las 21 del último viernes que un sobrino de Maciel se acercó hasta la casa de la víctima, emplazada sobre la calle Ayohuma al 400, frente al complejo habitacional Eldorado?III, en busca de su tío.Cuando entró, se topó con el horror. El hombre -que atendía una suerte de kiosco en el lugar, estudiaba la tecnicatura en Seguridad e Higiene y era conocido por su afición a las pruebas de atletismo- yacía sin vida sobre un charco de sangre enorme, provocado por seis puñaladas que le acribillaron el cuello y que le destruyeron la yugular.Los investigadores -que coparon la escena a los pocos minutos- no tardaron en arribar a una primera conclusión: Maciel pagó con su vida la resistencia que opuso ante al menos dos ladrones que lo sorprendieron en la madrugada del jueves pasado.¿Cómo llegaron los detectives a esa conclusión? Primero gracias al primer examen médico, que indicó que el cuerpo tenía una rigidez cadavérica de entre 10 y 18 horas. Y sobre los motivos, en razón de que de la escena había desaparecido la motocicleta roja de 110 centímetros cúbicos que solía utilizar más allá de que había perdido el brazo izquierdo en un accidente laboral, además de su billetera, el teléfono celular y una notebook. Los criminales literalmente dieron vuelta la casa y se llevaron todo lo que consideraron de valor.Más allá del trabajo pericial en la escena, la labor de los detectives de la fuerza provincial comenzó a tomar fuerza algunas horas más tarde. Las redes sociales, por donde transcurre una buena parte de la “vida virtual” de una persona hoy por hoy, fueron determinantes, en este caso para investigar sobre una muerte.En la cuenta de Facebook de la víctima, los investigadores descubrieron un mensaje sospechoso publicado a las 13 del jueves. Entendieron entonces que ese comentario no podía haber sido realizado por Maciel, ya que a esa hora ya había sido asesinado, en virtud de que suponen como horario de la muerte los primeros minutos de ese mismo día.La conclusión fue una sola. Los autores del crimen utilizaron la notebook de la víctima y allí encontraron abierta su sesión. Entonces dejaron el mensaje que se lee en esta misma página:?“Ciudad del este”, con el mencionado emoticón. Esas palabras, misteriosas, abrieron el juego a una serie de especulaciones por parte de los investigadores. ¿Se trata de una burla y apunta al lugar donde finalmente escaparon y se encuentran escondidos? En ese sentido, ¿es una falsa pista? ¿O?acaso así quisieron evitar que amigos y familiares sospecharan de la ausencia de Maciel por los lugares que habitualmente frecuentaba? Muchos interrogantes, por ahora, sin respuestas.Con esas y otras pistas es que trabajan los policías al cierre de esta edición para identificar a los criminales, a sabiendas de que no será una tarea sencilla. Apuntan con firmeza, al menos, en la teoría de un homicidio en ocasión de robo. Es que aseguran las fuentes que Maciel no tenía enemigos y era muy querido por quienes lo conocían. Eso también quedó demostrado en su cuenta de Facebook, la misma donde apareció el mensaje misterioso y donde, también, sus amigos expresaban tanto dolor.





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