La vida en las 16 comunidades mbya guaraní asentadas en el municipio de San Ignacio, sede de la principal reducción jesuítica guaraní de la provincia, es una postal de las necesidades básicas insatisfechas de este pueblo originario de la tierra colorada. En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, el cacique de la comunidad Tapi Porá, Ricardo Martínez; y el primer representante de la comunidad Chapaí, Isidoro Ramos, contaron que hace ya más de 4 meses el gobierno provincial terminó las perforaciones en esas aldeas pero las familias que allí habitan (9 y 13 familias respectivamente) siguen sin poder acceder al agua segura porque aún no tienen luz eléctrica para hacer funcionar la bomba. En el caso de Tapi Porá y Chapaí, al igual que la mayoría de las 108 comunidades guaraníes de Misiones, no tienen conexión formal a la red eléctrica. En Tapi Porá nadie tiene luz pero, en el caso de Chapaí, muchas familias están “colgadas” o “enganchadas” en forma precaria, por lo que además de peligroso, el servicio se corta durante días o semanas después de cada tormenta. Tampoco cuentan con fuentes de acceso al agua segura, aunque se dio un paso adelante con las perforaciones… hasta el momento esto no impactó en la calidad de vida de las familias porque ninguna de esas perforaciones pueden ser aprovechadas para su consumo o el riego de la huerta. A diferencia de Tapi Porá que utiliza el agua de un arroyo cercano, Chapaí tiene una canilla pública de la cooperativa pero esta conexión tiene seria dificultades y hay días enteros que se corta el servicio. “Nuestras casas son muy precarias, nos hace faltan chapas para los techos… durante este invierno estamos teniendo mucho frío”, confío el referente de los pueblos originarios ante el Municipio de San Ignacio, referente de la comunidad Mbokajaty, Mariano Martínez. Tierras y subsistencia Otro problema histórico sin resolver es la falta de titularidad de las tierras que ocupan. “Ya hicieron el relevamiento territorial en nuestra comunidad, pero todo sigue igual porque después de eso no nos dieron ningún documento de propiedad de las tierras que ocupamos desde hace años”, contaron los referentes de estas tres comunidades mbya de San Ignacio. La economía de las familias guaraníes forma parte de esta problemática pues, como sus tierras son cada vez más pequeñas, ya no pueden sostener la pesca y caza de subsistencia, además de los cultivos para auto consumo. La venta de artesanías sigue siendo la única fuente de ingreso para los guaraníes y, pese a ello, el pueblo mbya lo logra que los gobiernos municipales ni el provincial les garantice un lugar de exposición dentro de los circuitos de circulación turística. “El gobierno se pregunta porqué vienen a Posadas las familias guaraníes y se quedan viviendo en la calle varios días… nadie deja su casa y su comunidad porque tiene todo, lo hacen porque buscan soluciones para sus necesidades, para tratar de vender sus artesanías y acceder a alimentos. ¿Por qué el gobierno no buscamos soluciones para esas familias, en vez de llevarlos de regreso a nuestras comunidades?”, remarcó Martínez. Senderos para turistas Más recientemente, tres comunidades indígenas de San Ignacio (Pindoi, Mbojajaty y Tapi Porá) comenzaron a trabajar junto a la Fundación Temaikén en el desarrollo de senderos para que los turistas conozcan el monte misionero y la forma de vida y costumbres guaraníes, guiados por integrantes de la comunidad. “Nosotros tenemos dos senderos, uno más corto y el otro con mayor dificultad, para los turistas. Empezamos a armarlos en 2013, nos está ayudando Temaikén que está capacitando a dos jóvenes como guías turísticos, pero por ahora la difusión es de boca en boca y hace muy poquito hicimos un folleto, pero todavía no coordinamos con el área de Turismo local”, contó el cacique de Tapi Porá. Según confió, a los chicos les gusta mucho recibir visitas “casi siempre la gente trae cosas y eso siempre viene bien; también suelen visitarnos los alumnos de una escuela de San Ignacio”.





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