Señora Directora: En los últimos días veía el espectáculo mediático montado en torno a un aparente conflicto entre el presidente Mauricio Macri y el showman Marcelo Tinelli por ciertas demostraciones de humor que habría molestado al primero. Incluso este último fue recibido por el jefe del estado en su despacho de la Residencia Presidencial de Olivos, donde mantuvieron una larga reunión. Ese show –no puedo calificarlo de otra forma- que movilizó a miles de navegadores de las redes sociales, muchos de ellos de los llamados “trolls” en la jerga informática, en su mayoría atacando a Tinelli, concitó casi totalmente la atención de muchos, aunque, paradójicamente a las miles de críticas y descalificaciones, éste mejoró su audiencia televisiva.En lo personal, me pareció como una excelente escenificación distractiva a los múltiples problemas económicos y sociales que se están conociendo con enorme impacto entre la gente, aunque en algunos casos sus consecuencias aún se demoren. Llamativamente coincide con la difusión por medio del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) y de otras consultoras privadas de índices económicos y sociales negativos. Tal el caso, por ejemplo, de la caída en junio de más del 6% de la producción industrial; un fuerte retroceso en las ventas; el crecimiento descontrolado de la inflación cuya estimación para el año superaría el 40%; o los reveses judiciales y contradicciones en torno al incremento superlativo de las tarifas públicas que genera enorme malestar en la población y ya provocó un primer “cacerolazo”. A los que se sumarían otras aún vigentes como la constante pérdida del poder adquisitivo de los salarios; los continuos despidos que contradicen la prédica preelectoral de la coalición gobernante; o el crecimiento de la pobreza.Todo disimulado –y no por ello menos veraces- tras la suma de denuncias de la corrupción del anterior gobierno K, cuya reiteración e insistencia ya está comenzando a resultar cansadora y aburrida. Sobre todo cuando varios de quienes desde la Justicia intervienen se prestan a un espectáculo circense que, al menos para mí, resulta mentiroso, cuando ésta debería actuar de manera nada exhibicionista para evitar algunos absurdos justificativos cuando el procedimiento expuesto no brinda los resultados que se esperaban o ser indicada como parcial y revanchista.Quizás, sea hora de que el nuevo gobierno –en el que me esperancé como muchos argentinos- comience a gobernar en serio y tomar las riendas evitando envilecer nuestra inteligencia con espectáculos como los mencionados. Si hay responsabilidades por corrupción, sus actores deben pagarlo con la pena que corresponda –en eso, hay que ser inflexibles-, pero es necesario que también se comience a cumplir con las promesas de campaña y no se oculte esa ¿ineptitud?, que parecen tener, con cuestiones engañosas.Como diría un viejo senador nacional catamarqueño, ya muerto, cuando el plebiscito de 1984 por el acuerdo del Beagle: “¡Basta de cháchara!” Dejen que los jueces, probos y prudentes, se pronuncien a través sus fallos y hagan, no le den la razón a quienes critican justificándose en que “es un gobierno de ricos y para ricos”.De otra forma, volveremos a sentirnos defraudados y el año próximo podríamos mirar con simpatía hacia otras propuestas y otros candidatos.





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