Señora Directora: Hace más de cincuenta años que adherentes y simpatizantes de distintos clubes de fútbol tienen enfrentamientos por razones de pura rivalidad, según comentaban quienes eran estudiantes universitarios en Capital Federal, La Plata y Rosario. Eran grupos minúsculos de 10 o 15 sujetos, armados con palos, piedras, cadenas de bicicleta y otros elementos. Se daban “sin asco” (como se estila decir).Ya después del Mundial de Fútbol, disputado en México, comenzaron a “aparecer” los líderes de cada hinchada, probando conectarse con los presidentes de los clubes, presionando para obtener entradas gratis a los distintos partidos. No faltaron los irresponsables que “aflojaron” para andar bien con esos “barras”. Esa presión se transformó en amenazas, más escandalosos incidentes fuera de las canchas y también dentro, pero en las tribunas. Hubo (quizás, siguen habiendo) dirigentes del Comité Ejecutivo de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) que consideraron posible dejar que 150 individuos de esos grupos pudieran viajar al Mundial de Alemania, en 2006 y, como si fuera lógico, intentaron hacer lo mismo en Sudáfrica, en 2010. Por suerte, las autoridades de ese país, ya alertadas sobre quiénes eran, no los dejaron entrar. Ni hablar de Brasil 2014.Si a esa falta de orden le sumamos el bochorno desatado por el tema del dinero del “Fútbol para todos”, donde nunca se rindió cuenta de nada, solo queda efectuar una severa limpieza institucional en la AFA. La AFA debe ser una institución libr4e de toda presión para que el fútbol sea practicado con espíritu deportivo y atractivo, sin violencia alguna.





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