“Nos vemos siempre que ella quiere”Están siempre en contacto. Se ven mucho, todas las veces que la nena quiere y, si por alguna razón no pueden encontrarse, se hablan por WhatsApp.César tiene 41 años y está separado hace 10. De esa relación nació una niña que hoy tiene 13 años y con la que tiene una relación “excelente”. “Nos vemos siempre que ella quiere, a veces todos los días, y cuando no podemos vernos por diferentes razones, estamos en contacto a través del teléfono”, contó César en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.La relación que mantiene con la mamá de su hija es un factor importante que ayuda a mantener este contacto con su nena. “No me limita para verla, en nada. Además también tenemos un acuerdo en lo económico”, reconoció.Sí hubo, como siempre, momentos difíciles. Fue cuando madre e hija se tuvieron que ir a vivir a Buenos Aires. “Yo estaba en un mal momento económico y no nos vimos por un año. Eso me destruyó. Cuando nos volvimos a ver me abrazaba y me miraba. Como si no caía en que era yo”, recordó.Si piensa a futuro, “me gustaría poder darle un mejor pasar económico. Sé que no es indispensable, ni lo más importante, pero si pudiera mejorar algo, quisiera que sea eso”.Para finalizar, detalló el sueño que tiene para su hija. Ese que mientras viva intentará cumplir: “quisiera evitarle los sufrimientos. Que la vida no la golpee tan duro aunque es una nena con mucha capacidad para superarse. Ella ya sufrió mucho con la desintegración de su familia así que no me gustaría que sufra más por la culpa de nadie”. “Nos contamos qué hicimos durante el día”La ve todos los días. Se juntan siempre para cenar, los miércoles se encuentran para almorzar, día de por medio se baña en lo de su papá y pasan juntos un fin de semana por medio. Pablo tiene 32 años y está separado hace uno. Su hija tiene 5.“Yo trato de que la división de responsabilidades sea por igual, no solamente en lo económico sino también con las tareas. No es justo que la mamá se tenga que ocupar de todo. Pero en esto siempre estuvimos de acuerdo con su madre, ya cuando estábamos en pareja era así, siempre nos dividíamos las tareas”, contó Pablo a este Diario.La relación con su expareja no es buena y esa es una situación sobre la que Pablo cree que deberían trabajar. “No es lo ideal, tendríamos que llevarnos un poco mejor”, reflexionó. Para eso lucharon mucho. “No quería que mi hija tenga la infancia que yo tuve como hijo de padres separados. Luché mucho por la pareja, hasta hicimos terapia, pero no hubo arreglo y eso me pesó mucho. Yo no quería ser egoísta y estar bien sólo yo, siempre pensé en mi hija. Quizá hoy me doy cuenta que la separación fue lo mejor”. Más allá de la distancia, “si pudiera decir que soy buen padre es también gracias a la mamá de mi nena, porque a pesar de las diferencias hacemos un trabajo en conjunto por el bien de nuestra hija”, señaló.Con su nena “tenemos una muy buena comunicación. Ella me cuenta cómo fue su día, yo le cuento el mío. Tenemos ese vínculo que creo que se mantendrá de por vida. Para eso busco que compartamos tiempo juntos, que juguemos y charlemos. Prefiero que mi hija no tenga una tablet, no quiero que pierda el tiempo en cosas que yo perdí”, cerró.“Tenemos una hermosa relación” Juan Carlos atravesó dos divorcios. Del primer matrimonio tiene dos hijos, una joven de 21 años que cursa la carrera de Derecho y un joven de 25 que estudió Medicina, siguiendo los pasos de su padre. Del segundo matrimonio, tiene una niña de 13 años.Los dos matrimonios fueron diferentes. El primero, quizá, fue más sencillo porque eran los primeros hijos de los dos. Para el segundo, su esposa también tenía hijos, entonces “esa conjunción de los míos, los tuyos, los nuestros no fue una cosa fácil”, reconoció. Pero de los divorcios, el primero fue más complicado porque “yo volví de un viaje de trabajo y mi mujer se había mudado con mis dos hijos de 6 y 2 años a Mendoza. Fue terrible. Me costaba viajar, los chicos no venían. Así fueron los dos primeros años hasta que se resolvió la parte económica y ellos pudieron empezar a venir”, explicó. El segundo divorcio fue diferente: “ya nos habíamos dado cuanta que nuestra pareja era incompatible y nos estuvimos preparando durante un año para la separación, hicimos terapia, hasta que finalmente se concretó”.Al margen de las relaciones terminadas, “tengo una relación hermosa con mis tres hijos. Nos vemos siempre, viajamos juntos. Mi hijo mayor ya se recibe y va a venir a trabajar conmigo. De hecho, el día más feliz de mi vida fue cuando mi varón a los 13 años decidió venir a vivir conmigo. Mi hija también está estudiando y nos llevamos muy bien, igual que con la más chica que la tengo más cerca y es mi mimada”.El paso del tiempo calma las aguas y Juan Carlos hoy disfruta de sus tres hijos para quienes tiene los mejores deseos y expectativas. “Me gustaría que sean personas de bien, que tengan conducta, que sepan ganarse la vida con su propio esfuerzo y que sean felices. Pero no esa felicidad superficial sino la felicidad del interior, que encuentren el camino y que cultiven esos valores”, finalizó.“Si tuviera un deseo: que su salud mejore”Gerardo tiene 51 años y está separado hace 17. De esa relación que se terminó hace tiempo nació su hija, que hoy tiene 20 años. La felicidad del nacimiento se tiñó de la incertidumbre porque al nacer, debido a la falta de oxígeno, la niña sufrió un daño irreversible y necesita de atención y asistencia absoluta de por vida. Gerardo es camionero y está con su hija cada fin de semana de por medio cuando no está de viaje. El resto del tiempo está con su mamá, con quien además en este momento se encuentran con diferencias para ponerse de acuerdo en la parte económica. “Estamos intentando ponernos de acuerdo, pero es la primera vez en todos estos años que no podemos llegar a uno”, contó.“Lo peor de la separación fue – y es – no poder estar con mi hija todos los días”, aseguró a PRIMERA EDICIÓN mientras sostenía su niña en sus brazos. Hace 15 años que Gerardo rehizo su vida de pareja y tiene un nuevo hijo producto de esta relación. Los fines de semana cuando su hija va a visitarlo “compartimos todos como una familia”.Cuando piensa en qué y cómo podría mejorar la vida de su hija, a su cabeza viene una sola respuesta pero que retumba con fuerza. “Si pudiera pedir un deseo sería que la salud de mi hija mejore. Que ella pueda tener una vida mejor”, expresó.Al margen de que trabaja para ayudarla a ella, siente esos días en la ruta lejos
de sus hijos, principalmente de la joven con la que no vive hace 17 años. “Por mi trabajo estoy muy poco con mi hija y eso me reclamo. Cuando pienso en el poco tiempo que tengo con ella pienso que en algo estoy fallando”. Pero la cantidad de tiempo que pasa con su hija no determina la calidad de esos momentos con ella. “Jamás se me pasó por la cabeza mirar para otro lado con respecto a mis responsabilidades con mi hija”, finalizó Gerardo.“Sobre todo busca la felicidad de su hijo”Si bien es algo difícil de encontrar, PRIMERA EDICIÓN dio con el testimonio de Yesica, que habla maravillas del papá de su hijo: “El papá de mi hijo Valentín se llama Jorge. Llevamos seis años y medio separados, pero desde el día de nuestra separación, él jamás dejó de cumplir el rol de padre con su hijo”, señaló.Yesica reconoció que aunque “al principio estuvo medio ausente”, después “se puso las pilas y volvió con todas las ganas para compartir conmigo la crianza de nuestro hijo. Él es un papá muy presente, pasa su cuota alimentaria como debe y ayuda en todo lo que se relacione a las necesidades de nuestro hijo ya que tenemos régimen de visitas compartido”. Sin dudas el que más disfruta de esto es Valentín ya que su papá siempre está ahí cuando él lo necesita. “Cuando nuestro hijo está enfermo se ocupa de sacar las órdenes para que yo lo lleve al médico. Asiste a todas las reuniones y actos escolares aunque a veces eso implique escaparse un ratito de su trabajo. Es un papá que se preocupa porque a su hijo no le falte nada: juguetes, ropa o hasta el vasito de gaseosa que salió en alguna promo, todo lo que pida Valentín siempre hará lo imposible para cumplir con sus deseos”. Durante las vacaciones, los muchachos se toman su tiempo para hacer cosas juntos. “Van de viaje, tienen salidas al cine, a pescar y asados con amigos”. Cuando empieza la época escolar “nos turnamos para llevarlo y traerlo del colegio, tarea que cumple al pie de la letra”.Yesica no se guarda elogios para el papá de Valentín porque “es un niño feliz gracias a que su padre no es una persona conflictiva. Cuando discutimos sobre algo lo hacemos por teléfono, jamás frente a nuestro hijo. Entiende el rol de papá y lo desempeñar a la perfección. Estaré agradecida a Dios porque, más allá de nuestras diferencias, jamás mezclamos ese tema con la crianza de nuestro hijo. Él busca la felicidad de Valentín por sobre todas las cosas”.





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