Ariel Dorfman, y todos los que integran la fundación Encontrarse en la Diversidad, parten de una premisa tan clara y cierta como compleja: los únicos acontecimientos “naturales” que nos atraviesan y unen son el nacimiento y la muerte. Nada de lo que sucede en el medio es “natural”. Por el contrario, es cultura y como tal, modificable, diverso, distinto. Captar esa diversidad, aceptarla y convivir con ella sin discriminar, son algunas de las tareas que lleva adelante la fundación. Esa misma misión fue la que trajo Ariel Dorfman a Posadas para brindar una charla sobre “¿Identidades en movimiento?¿Comunidades en movimiento?”, que se llevó a cabo anoche en la Comunidad Israelita de Posadas. Muchas veces las cosas que se piensan, se dicen y se sostienen poco tienen que ver con lo que se es y está mucho más relacionado con lo que la sociedad dice que debe ser. “¿Las mujeres se visten como quieren o como se espera que se vistan?, ¿los varones actuamos como nos gustaría o cómo se espera?, ¿no nos gustaría estar más tiempo con nuestros hijos, responsabilizarnos más de la cocina?, ¿no estaría bueno que entendamos que la crianza de nuestros hijos y las responsabilidades de la casa son compartidas en igual medida con la pareja que tengamos?”, se preguntó Dorfman en diálogo con PRIMERA EDICIÓN en la previa la charla. “Todas estas cuestiones hablan de una identidad construida. Si yo me considero un macho que tengo que traer comida, tener una relación determinada con mi pareja y con el entorno, hay una identidad. Ahora, ¿la estoy eligiendo o me están mandando y lo único que hago es repetir? Entonces la tarea es repensar quiénes somos y visibilizar esas prácticas discriminatorias que se dan”, agregó. Este tipo de preguntas “no son discusiones académicas ni las tiene que dar alguien con un título, es lo que nos pasa todos los días. Es empezar a sacar estos velos que son invisibles porque para que funcionen tienen que serlo. La tarea es comenzar a desnaturalizar estas prácticas”. Las etiquetasCómo se denomina a una persona siempre lleva una carga simbólica. En el vocabulario social muchas veces se determina a una persona en función de la etiqueta que se le atribuye. “Por ejemplo, el color de la piel. Ese es un condicionante. El ’negro’ tiene que ver con una historia cultural. Con establecer que algunos son de una categoría y otros, de otra. Es súper habitual hablar de ’este negro de mierda’ mientras nos referimos a personas con nuestro mismo color de piel, pero porque existe un discurso que dice que ser negro es malo, como también ser pobre. Hay una serie de discursos sociales que vamos repitiendo todo el tiempo que lo que hacen es condicionar a la gente”, reflexionó Dorfman. Lo mismo sucede con varias etiquetas, porque “si vivo en una sociedad donde ser judío implica ser un explotador económico, o ser musulmán es ser terrorista, ¿puedo decir tranquilamente quién soy o me veo condicionado? Entonces la pregunta es si la sociedad en la que vivimos hoy nos permite ser todo lo que somos o si hay partes de nosotros que tenemos que esconder”. Entonces, la tarea es clara: pensar en la vida cotidiana y de qué manera somos discriminados como de qué manera discriminamos, “porque cuando uno es joven y critica a alguien por su talla, después a uno lo critican porque es joven. En el fondo tenemos que pensar si no estamos discriminando por cobardes, porque abrirse a la diversidad es cosa de valientes. Esa es la propuesta”, cerró.





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