Con frecuencia escuchamos hablar de la ansiedad desde diferentes voces, narrada por los protagonistas que la experimentan o en tercera persona. Le ponemos otros nombres también: nervios, preocupación, angustia, miedo. A veces la demonizamos, otras la vemos como atributo del que jactarse o bromeamos acerca de esta “cualidad personal”: ser ansioso.Cuando pregunto a los asistentes a talleres sobre Ansiedad y Relajación, la primera respuesta sobre qué es la Ansiedad suele ser: estar preocupado sobre el futuro. Es una descripción muy conocida y parcialmente válida y cierta. La Ansiedad es un estado psico-fisiológico normal que experimentamos los seres humanos, evolutivamente útil para nuestra especie, ya que se activa con nuestro sistema natural de defensa ante los peligros: la respuesta de lucha o huida. Es responsable el Sistema Nervioso Autónomo en su rama parasimpática, que prepara el cuerpo para la acción y producción de energía que necesitará para la respuesta.Pensemos en el hombre la Edad de Piedra: era necesario desde entonces que cuenten con un mecanismo rápido de defensa ante, por ejemplo, los depredadores que los asechaban. Es así que este “hombre de las cavernas”, al percibir a su atacante rápidamente debía implementar una solución al problema: evitar, luchar, huir, hacerse el muerto. Todos los síntomas y sensaciones, presentes aún en nuestro estado ansioso de hoy son explicados por procesos fisiológicos (corporales) que favorecen a éstos intentos de solución: músculos tensos, pupilas dilatadas, aceleración cardíaca, hiperventilación, sudoración, aumento de la presión sanguínea; son todos síntomas de “activación autonómica” que conocemos bien.Ahora pensemos en los “peligros” actuales para el ser humano: perder el trabajo, la salud, los afectos, la dignidad, no alcanzar las metas valiosas para sí mismo. El peligro aquí se vuelve mucho más difuso y a la vez puede provenir de múltiples fuentes. Más aún ¡podemos anticiparlos mucho en el tiempo e imaginarlos hasta sentirnos como si fuesen reales! La ansiedad jugó un rol central en el progreso de nuestras sociedades. Pensemos en el simple ejemplo de la ansiedad frente a un examen: difícilmente nos pondremos en acción para prepararnos adecuadamente si la ansiedad y el miedo a desaprobar, y a las consecuencias negativas para nuestras metas valiosas no hacen de las suyas.Es así que ahora el terror puede acechar por cualquier lugar… la capacidad de abstracción y razonamiento que tiene el ser humano hoy lo hace vulnerable a nuevos e infinitos temores. Es por éste camino que la ansiedad puede perder su función adaptativa y volvérsenos en contra. ¿Cuáles son esas circunstancias y cuándo amerita una consulta a un psicólogo o psiquiatra? Son los casos en los que la respuesta de ansiedad es demasiado intensa frente a la posibilidad real de daño, cuando aparece muy frecuentemente, cuando se instala y no desciende en el tiempo, o bien cuando no responde para nada a un peligro real; y en definitiva, siempre que se interpone significativamente en el camino para instrumentar la resolución de problemas que nos conduce a alcanzar nuestras metas. Entonces, la ansiedad es tan antigua para nosotros como nosotros mismos, es el estado que acompaña siempre al miedo, emoción humana básica para la supervivencia. Aunque se sienta desagradable, no nos queda sino aceptarla y tenerla como aliada, ya que tiene la valiosa función de alertarnos del peligro e informarnos sobre lo que es importante para nosotros; sin dejar de estar atentos a las circunstancias antes mencionadas en que nuestra mente pensante y lógica la hace virar hacia su “lado oscuro”. Mientras escucho cómo le canta Lenine: “miedo que da miedo del miedo que da…” Me respondo: ¿es buena o mala la ansiedad? Es humana. Colabora: Lic. Anahi Sánchez Gil NavarroClínica de Ansiedad y Trauma de la Fundación [email protected]





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