Los vientos cambiaron, y es momento de emprender el viaje, así piensa el alma nómade mientras prepara su equipaje, mientras escucha esa suave brisa que lo llama y que su mente lo transforma en deseos de libertad. Una necesidad difícil de explicar y que forma parte de su esencia, o tal vez simplemente de su circunstancia.Hay misterios, que esconde el alma del caminante, y que lo lleva muchas veces a dejar el refugio, la calidez de su hogar y la compañía de su entorno, para adentrarse por los caminos en busca de alguna verdad. Mientras prepara su equipaje, sus pensamiento que siempre se adelantan, comenzarán a recorrer esos pedregosos senderos en busca de los cerros azules, de las nubes altas que se desgarran bajo un cielo azul y un horizonte de elevadas cumbres que lucirán su manto de nieve eterna. El caminante siempre querrá viajar lo más ligero posible, llevar solamente lo más necesario como un buen abrigo, un bolígrafo y toda su percepción para absorber: un nuevo paisaje, una mirada o simplemente ver caminar entre las piedras a un zorro o una llama. Pero esa es la esencia del caminante, conformada por la lejanía de una tarde y el silencio que la noche encierra, del misterio de un lugar que abrirá sus brazos al verlo llegar cansado y buscando un rincón donde pasar la noche. Pero al emprender el viaje, el caminante sabe que lo espera la distancia y que lo abrazará y envolverá con sus vientos dándole la bienvenida. Por un momento cruzaran por su memoria, aquellos pensamientos que alguna vez lo convencieron de quedarse, y que ahora vagan amarillentas y sin perfume por algún recuerdo, igualmente él las llevará para poder contemplarlas una y otra vez en una solitaria noche, o que se transformen en la sombra de un sol de mediodía, que lo hipnotizará entre la polvareda de una senda y lo ocultará en la niebla de su destino. La lluvia y el frío nunca podrán cambiar a un alma hecha de fuego, ni siquiera la tristeza se atreverá a interponerse a un ser cargado de recuerdos y esperanzas. Su lenta silueta saludará a las piedras del camino quienes anunciarán su llegada y les mostrarán lo real y lo verdadero, sin ausencias ni recuerdos, sólo presente y las horas que pasarán con calma. Es en ese momento donde la vida soltará la mano del caminante, para que este pueda dar sus primeros pasos, y descubrir lo maravilloso y real, no sólo de su entorno, sino de sí mismo.La magia de esos caminos siempre encierran misterios, que en algunas circustancias se transportarán en lo real, donde se imaginará por un momento, que los pasos del amor lo seguirán en silencio, cuidándolo y guiándolo para encontrar esa gente buena que está en todos lados, pero a veces es difícil encontrarla.Alma vagabunda y errante, que va en busca solamente de lo que vendrá, que lleva simplemente su realidad para compartir. Un espíritu aventurero que se basa en la improvisación y el asombro, porque sabe por experiencia, que nada es seguro en una vida que siempre transgrede las reglas. El caminante siempre tendrá como amigo al silencio que lo ayudará a empacar y lo acompañará hasta que suba su pie en el estribo, donde recordará todas aquellas cosas que dejará, por un momento y que son parte de su realidad, quizás levante su mirada mientras murmure un adiós o un hasta luego, y desde un callado rincón que siempre recibirá la misma respuesta de un buen viaje. Por Raúl Saucedo [email protected]





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