A nte una situación de estrés, nuestro organismo reacciona liberando hormonas que ponen en alerta al cerebro, tensionan los músculos y aceleran el pulso. Vimos en notas anteriores que esto es conveniente si en el corto plazo nos ayuda a manejar la circunstancia causante, haciendo que nuestro cuerpo se proteja a sí mismo. Pero también vimos que si los factores estresantes continúan se produce el estado de estrés, un estado de resistencia del organismo en el que el nivel de adrenalina no desciende, se incrementan otras secreciones y pueden surgir diversos problemas de salud.Es entonces cuando “muchas personas buscan algún tipo de autoayuda para equilibrar su estilo de vida, mejorar la salud y sentir bienestar, comenzando por tomar conciencia del cuerpo mediante una ejercitación regular”, y decidiendo también “elegir una dieta que no sobrecargue el sistema digestivo y a la vez sea completa en nutrientes”, nos dicen las Profesoras Alicia López Isnardi y Verónica Belloli.Dichas autoras nos detallan las áreas corporales claves en que se manifiesta el estrés, comenzando por la delicada zona del cuello, al que “la tensión lo hace tirante y bloquea la circulación hacia el cerebro, produciendo dolores de cabeza”. Luego consideran los hombros y la parte superior de la espalda, donde el permanecer largo tiempo sentados y en una misma posición o en postura inadecuada, causa rigidez, tensión y dolor. En la cabeza, la sobreactividad del cerebro puede provocar mareos, vértigos, dolores e incluso insomnio. La parte baja de la espalda puede doler debido a posturas inconvenientes y por utilizar sillas con diseño inapropiado. En el abdomen pueden surgir problemas digestivos. En piernas y pies, el estar sentados o de pie durante muchas horas puede producir dolor e hinchazón. Esto, claro está, sin considerar otras patologías que sólo una oportuna consulta médica puede revelar y tratar.Pero ante esos efectos del estrés, “el Yoga dispone de series de posturas que favorecen la liberación de tensiones y calman el sistema nervioso, propiciando el descanso de mente y cuerpo”, porque “al actuar aquí el sistema nervioso parasimpático, se produce la acetilcolina que tranquiliza y permite al organismo recuperar el buen ritmo de sus funciones vitales”. Y añaden nuestras autoras: “En nuestro Occidente de hoy se utilizan elementos de ayuda como almohadones, mantas, soportes, sillas y cintas, para facilitar el logro y mantenimiento de las posturas durante el tiempo indicado”, permitiendo así “llevar la atención a los graduales cambios que se producen en el ritmo respiratorio, el aquietamiento mental y la distensión física, manteniendo todo el tiempo el flujo de una respiración profunda y consciente”.Finalmente, Andrea Collantes nos recuerda que con la práctica regular del Hatha Yoga relajamos los sentidos, los volcamos hacia el interior desde el entorno externo, calmando así “las fluctuaciones de la mente”, como decía el sabio Patanjali. Y al mejorar nuestras condiciones psicofísicas con recursos propios, se nos facilita también cambiar las condiciones ambientales estresantes de un modo completamente natural. Y eso sucede en nuestra hora del ahora, en el tiempo presente de la clase de Yoga, en la colchoneta. Luego… ¡nos dispondremos a celebrar el 21 de Junio: Día Internacional del Yoga! Namasté. Colabora: Ana Laborde Profesora de Yoga [email protected]





Discussion about this post