La semana pasada Daiana Hipólito (23) estaba trabajando en una panadería de la localidad bonaerense de San Isidro, cuando le anunciaron que estaba por nacer el hijo de un familiar. Decidió tomarse unos días y regresar a su Misiones natal, para conocer al recién nacido y, de paso, reencontrarse con amistades a las que hacía mucho no veía. Jamás imaginó que la muerte la esperaba y que le iba a pasar por al lado.“Por favor no me saquen fotos…”, dice Daiana tras recibir amablemente a PRIMERA EDICIÓN en el domicilio de sus padres en el barrio Tacurú de Posadas. En su rostro quedó la impronta de un hecho tan trágico como irracional. Numerosos puntos de sutura y uno de sus ojos afectado severamente por la serie de traumatismos que sufrió en el accidente que le costó la vida a su amiga y al chofer del remís. “Mi familia, mis amigas, ellos fueron fundamentales para darme apoyo apenas se enteraron de lo que pasó. Estuvieron en el hospital, presentes y atentos a mi salud”, destacó. Luego, contó que “ese día tomamos un remís sobre la avenida Centenario casi Corrientes. Estábamos decidiendo quién bajaba primero, entonces quedamos que iríamos al domicilio de Lidia (Rodríguez). Mientras el remisero (Abelardo Benítez) conducía despacio por Centenario hacia Villa Cabello, íbamos charlando de distintas cosas. En eso se detuvo en el semáforo que está antes de la avenida San Martín, porque le dio rojo. Se detuvo bastante antes. Mientras yo saqué mi teléfono celular, estaba mirando para abajo. En eso escuché que las chicas (Lidia y Yésica) gritaron ‘wuuee mirá ése…entonces levanté la vista y fue todo fracción de segundos. Rapidísimo. Primero vi la luz del auto, luego fue el golpe y ahí vi todo negro. Lo primero que atiné a hacer fue salir del auto, me senté en el cordón y no entendía qué estaba pasando. Me quedé un rato como perdida… veía como caía sangre de la cabeza y goteaba en mis manos y en el piso. Entonces miro a un costado y veo a mi amiga convulsionando (Lidia) y al chofer (Abelardo). Ahí me cayó la ficha de lo que había pasado”, recordó. Daiana finalizó con un mensaje a Martínez, el chofer del Etios: “Más que nada le pido que piense lo que hizo, que reflexione, que no viva en la nube de pedos en la que seguramente vive para hacer lo que hizo. Se llevó dos vidas, destrozó dos familias y dejó nueve hijos sin madre y padre”, puntualizó, sin poder contener las lágrimas.




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