No existe momento en la vida de una mujer que sea testigo de semejante cantidad de sentimientos, que invaden el cuerpo y el alma y dejan atrás, como en un pasado remoto, el miedo y el dolor. Ese es el momento del parto, pero aunque todo el universo pareciera confabular para que en ese santiamén no exista nadie más, alrededor están las manos de quienes colaboraron con la llegada al mundo de la nueva vida: las obstétricas, que en la provincia velan por el cumplimiento de la Ley 25.929, de parto humanizado.Es a partir de la implementación de la Ley de Parto Respetado que el Hospital Materno Neonatal presentó un giro radical en su modalidad de atención. La licenciada en obstetricia, Marta Benítez, fue testigo de este gran cambio, para el que aportó y aporta su experiencia cada día.Más de cuatro décadas son las que lleva Marta trayendo bebés al mundo, años en los que vivió en primera persona las “diferentes formas de nacer”, aunque lograr un parto natural siempre estuvo entre sus objetivos. “Me matriculé en el año 1975”, comentó Marta a PRIMERA EDICIÓN, con orgullo y un dejo de emoción en la mirada. Desde entonces no se alejó de las salas de parto, donde “desde la primera vez hasta hoy, ver a la pareja en ese momento tan emocionante para ellos, me llena de emoción, aunque lagrimee, o no”, añadió.“La verdad es que estoy como pez en el agua en esa situación y es lo que más me gusta hacer, no me imagino haciendo otra cosa. Es el momento cúlmine en que toda esa energía que uno puso en ese nacimiento se refleja en todo su esplendor, toda una sensación gloriosa ver que todo lo que hemos trabajado se refleja en ambos, la madre y el padre. Es emocionante, gratificante y no pasa por el ego, sino una cuestión de compartir con ellos ese instante”, relató.“La preparación de la pareja, la presencia del padre en los partos, es algo que venimos practicando hace muchos años en Buenos Aires, incluso la participación del papá en la cesárea, acá hace muy poco lo logramos”, explicó la obstétrica.Marta comenzó su labor en la tierra colorada en el ámbito privado, junto a un equipo de médicos y otra obstétrica, con quienes aboga por dar siempre la oportunidad a un parto natural y hace siete años se sumó al plantel de Hospital Materno Neonatal, con el que considera que está abarcando “las distintas esferas sociales de Posadas y eso me llena de orgullo; la verdad es que estoy feliz de haber hecho todo lo que hice y espero poder seguir, estos niños, estas parejas, todo esto me alimenta el alma y pongo todo mi ser en eso”, señaló.Es que ellas, las obstétricas, guían entre las contracciones, se dejan estrujar la mano cuando son duras, saben de masajes, de palabras de apoyo, de tener paciencia y esperar con ilusión y alegría junto al papá ansioso. Pero por sobre todo saben cuándo estar y cuándo desaparecer, para que sea la pareja dueña de ese segundo irrepetible, a pesar del número de hijos que tenga.“Puedo decir que cumplí, porque acá esto no se hacía, lo que acá es nuevo nosotros hace muchos años lo practicábamos en Buenos Aires. Tengo 63 años, estoy esperando que salgan las chicas de la facultad y poder prepararlas”, confió. Soñó con la incorporación de nuevos profesionales, chicas “que empiecen desde jovencitas, con las ansias de acompañar a la parturienta en un parto natural, porque si no después se desvirtúan las cosas, se mal acostumbran a la cesárea y todo este trabajo, toda esta labor, quedará en la nada, la idea es que alguien nos siga”, finalizó.





Discussion about this post