Uno de los tantos tópicos sobre crianza que despiertan amor y odio es el colecho –eso es, que los padres compartan la cama con sus hijos-. Es una práctica que implica seguridad y adecuación a las necesidades del bebé, y ha permitido superar condiciones de frío y precariedad a lo largo de la historia. Actualmente es cuestionada por algunos profesionales de la psicología y la pediatría. Ante todo es importante entender que como toda práctica, depende de quienes la realizan y de saber distinguir entre las necesidades de los hijos y los padres. El recién nacido tiene una necesidad de estar en constante contacto con el cuerpo materno o el de quien supla la función. En esta etapa, el colecho suele ser la forma de dormir preferida de la familia, ya que el bebé mama mucho tanto de noche como de día y así evitan levantarse constantemente. Entonces, ¿es necesario colechar para criar con apego seguro? Por supuesto que no. Criar con amor implica responder a las inquietudes de nuestros hijos, respetar sus tiempos, demostrar afecto, consolarlos y entender sus enojos como manifestaciones de sus necesidades. Ahora bien, ¿Cuándo es el momento adecuado para dejar el colecho? Considero que cuando hay signos de incomodidad -en el hijo y en los padres- es tiempo de buscar otra forma. El sueño de los niños durante la primera infancia cambia constantemente, por eso es importante ser flexibles para poder acompañar estos procesos. Entre más tarde se enseñe a un niño a dormir solo, más complicado será que lo acepte. Una buena estrategia es llevar al bebé a su cuna durante el día para poder jugar allí, asociando el sitio con el placer y la seguridad. De ese modo, se incentiva su independencia para que cuente con sus espacios propios, sin que se vea afectada la intimidad de los padres.Colabora: Cecilia CastilloPsicólogaJujuy 1765 4º piso.3764 229954





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