El juez de Instrucción 2 de Oberá, Horacio Heriberto Alarcón, se abocó ayer a la causa que investiga las circunstancias del aberrante asesinato del cobrador cárnico Nicolás D’Amico, ultimado a barretazos el 30 de octubre del año pasado.El dato no es menor porque, de alguna manera, Alarcón coincidió con la jueza Selva Raquel Zuetta, que se apartó de la investigación, en que la víctima fue ultimada en el frigorífico de la Capital del Monte.Esta teoría surgió de la declaración de uno de los implicados en la causa, que aseguró haber visto a D’Amico sin vida en el interior del establecimiento comercial.Esta persona fue la que indicó que el cobrador fue ultimado a fierrazos y no a tiros. El dato es coincidente con el informe criminalístico que no encontró proyectiles en el cuerpo ni en el interior del baúl el automóvil.En un principio la jueza Selva Raquel Zuetta, del Instrucción 5 de Alem, se hizo cargo de la investigación. Ella supervisó los operativos que desembocaron en la detención de los ocho sospechosos y procedió a tomarles declaración indagatoria.Con posterioridad, giró las actuaciones a su par de Oberá, quien ayer se puso al frente de las mismas.Todo indica que D’Amico fue asesinado en el establecimiento comercial de la Capital del Monte. Los autores subieron el cadáver al baúl del VW Bora y lo trasladaron hasta El Chatón, en Alem, donde lo prendieron fuego.El dueño del frigorífico, su hermano y esposa, el encargado de embutidos; dos empleados más, un policía y un prefecturiano son los detenidos hasta el momento por su presunta vinculación con el hecho.Los más comprometidos son el dueño y el encargado de la carnicería, sindicados como los que atacaron a barretazos a D’Amico en una oficina del local comercial.La clave para desentrañar gran parte del misterio que rodeó a la muerte de D’Amico fue comprobar que el GPS del VW Bora que conducía el cobrador se activó por última vez en la carnicería situada en Oberá.Eso llevó a los investigadores a creer en la hipótesis de que los responsables del local y sus más próximos colaboradores tenían algo que ver con el violento episodio.Luego, con el entrecruzamiento de llamadas, se acentuaron las sospechas sobre las personas que, finalmente, fueron privadas de su libertad. Un crimen planificadoLos investigadores sostienen, prácticamente sin lugar a dudas, que el asesinato de Nicolás D’Amico fue planificado mucho antes y que la decisión de acabar con su vida se debió a la abultada deuda que mantenía el dueño de la carnicería con él.La cifra, según estimaciones de la pesquisa, oscilaba entre los 500 mil y 800 mil pesos.Para cuando D’Amico arribó al frigorífico, a eso de las 19 del 30 de octubre pasado, los dueños y los empleados ya estaban al tanto de lo que iba a suceder.Uno de los testigos habría narrado en sede judicial que la víctima fue conducida bajo engaños hasta una oficina donde, incluso, le habrían entregado un maletín que, supuestamente, tenía dinero para hacerle creer que le pagarían al menos parte de la deuda.Al menor descuido, el dueño y un empleado atacaron a D’Amico a fierrazos.De ahí que se pudo determinar que el deceso ocurrió en Oberá y lo sucedido después no fue más que una puesta en escena para deshacerse del cadáver.Así lo entendió la jueza Selva Raquel Zuetta, razón por la que se inhibió de seguir en la causa y se la pasó a Horacio Alarcón.





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