Señora Directora: Desde hace varios años, la inflación viene siendo un cáncer que corroe el salario de los argentinos y en el último tiempo se ha agudizado a extremos de que el poder adquisitivo del ingreso de cualquier trabajador se ha visto reducido en más de un tercio. Pero los sueldos en muchos casos siguen siendo los de año pasado y los que se han actualizado en estos últimos cuatro meses ya han quedado por debajo de los índices de precios que se publican extraoficialmente. Ese indicador ronda el 30% y ya es superior al 25% que el gobierno ha puesto como tope salarial ideal para todo el año en las negociaciones paritarias.Al contrario de lo que sostiene el Presidente y sus funcionarios de Economía, la suba de precios, de la mano con el incremento de las tarifas de los servicios públicos, estaría lejos de detenerse –parece estar acelerándose—y cuesta aceptar como posible que en el segundo semestre del año se estabilice. Los aumentos de la electricidad, el gas, los combustibles y el transporte –también el agua en Misiones- tienen fuerte impacto en los costos generales y en ese aspecto la tendencia sería seguir a la suba, sobre todo a partir del “sinceramiento” de algún ministro ante la paradoja de que mientras el precio internacional del petróleo está en bajante, los combustibles aquí siguen incrementándose escandalosamente.A ello se suman despidos y que, como decía hace poco un dirigente político de la oposición, el gobierno es engañoso en sus anuncios, ya que mientra le da dos a los trabajadores, les da ocho a los grandes pulpos de la economía y asume un endeudamiento externo que embargará por años el ahorro argentino. Así, las perspectivas para las mayorías no son muy halagüeñas.El profundo cambio de política económicas entre quienes se fueron el 10 de diciembre último y los que llegaron entonces ha producido un enorme sacudón al país que, en tanto para unos preanuncian futuras mejoras para otros en casi 150 días de gobierno ha sido de constante retroceso. Y sería peor aún si la apuesta es, como anticipan algunas voces críticas: enfriar la economía para combatir la inflación retrayendo la producción y el consumo. Un proceso muy diferente al pseudo keynesianismo que durante doce años sostuvo el kirchnerismo. Aunque, en mi opinión, por ahora no se ve una política clara, definida y bien programada, pecado que le endilgan al anterior gobierno y que, es cierto, también improvisó mucho.





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