En ese espacio porteño permanecían en grupos, de pie, sin caminar, pero pronto los policías que custodiaban el lugar les indicaron que marcharan porque había Estado de sitio y estaban prohibidos los grupos de tres o más personas y así comenzaron las caminatas alrededor de la Pirámide de Mayo. Azucena Villaflor de De Vicenti dijo: “Individualmente no vamos a conseguir nada. ¿Por qué no vamos todas a la Plaza de Mayo? Cuando vea que somos muchas, (Jorge) Videla tendrá que recibirnos”. Así Villaflor creó las asociación Madres de Plaza de Mayo. La acompañaron Berta Braverman, Haydée García Buelas, María Adela Gard de Antokoletz, Julia Gard, María Mercedes Gard y Cándida Gard (4 hermanas), Delicia González, Pepa Noia, Mirta Baravalle, Kety Neuhaus, Raquel Arcushin, una mujer de apellido De Caimi y una joven que no dio su nombre. Acordaron reunirse todos los jueves en la Plaza, como hoy -a 39 años- lo siguen haciendo con su actual titular Hebe de Bonafini. Villaflor fue secuestrada igual que las madres María Eugenia Ponce y Esther Ballestrino de Careaga por una patota de la Esma que infiltró en el grupo al represor Alfredo Astiz, haciéndolo pasar por hermano de un desaparecido. Actualmente llevan un pañuelo blanco en la cabeza, pero originariamente fue un pañal blanco de tela, símbolo elegido para recordar y reclamar por sus hijos y nietos desaparecidos. Al principio, la Junta Militar las llamó “Las locas de la Plaza”. En la actualidad, son símbolo de defensa de los Derechos Humanos en la región y el resto del mundo. Ya han logrado recuperar 119 nietos.





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