“Hace cuatro años venimos denunciando el achicamiento del servicio y la precarización, pero ahora esto llegó a niveles insospechados. Nos sacaron parte del terreno y no se permiten internaciones por la Nueva Ley de Salud Mental, pero al mismo tiempo no hay medicamentos ni tampoco recursos en otros hospitales o centros de salud para contener a los pacientes. El resultado es una enorme porción de la población con problemas de salud mental completamente abandonada a su suerte”, reflejó una de las trabajadoras. Según advirtió ATE, recorrer el Carrillo es enfrentarse a una realidad dolorosa. Los pabellones donde duermen los internos, se asemejan más a campos de concentración que a espacios para la rehabilitación. Colchones viejísimos, ropa de cama insuficiente, y estructuras edilicias ruinosas, hablan con elocuencia sobre la situación que constatamos los trabajadores estatales. La Nueva Ley de Salud Mental, número 26.6578, cuyo decreto reglamentario data de 2013, especifica en su artículo 8 que se deberá “fomentar la formación de recursos humanos”. Sin embargo, en el Carrillo la falta de personal es uno de los mayores problemas. Abandono paulatino “Hay dos enfermeros a la mañana y dos a la noche. Hay persona próximo a jubilarse, con problemas de salud, pero no fueron reponiendo el personal y hoy la deficiencia es enorme. El Estado fue abandonando lentamente al Carrillo, lo que es similar a abandonar a los enfermos mentales. Muchas áreas dejaron de funcionar”, denuncian en el sector. La carencia de medicamentos también forma parte del paisaje desastroso en el que se encuentra sumido el Carrillo. Los trabajadores advierten que son muchas las veces en que no hay ningún medicamento para suministrar a los pacientes, que en todos los casos dependen absolutamente de esa medicación. “Incluso hay medicamentos que directamente dejaron de venir. Fueron cortando el suministro y hoy la situación es muy crítica. Tampoco hay insumos, es de terror, los trabajadores hacemos lo que podemos e incluso muchas veces ponemos de nuestro bolsillo”, señalaron. “Los pacientes pasan calor, frío, sufren por la inmensa cantidad de mosquitos, viven un calvario todos los días porque no hay nada”, denunciaron. Mientras el estado edilicio general del Carrillo es realmente lamentable, en el mismo predio, se acaba de terminar de restaurar uno de los pabellones para que allí funcione el Colegio de Médicos de Misiones. El contraste es inmenso.





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