Las prácticas restaurativas y los círculos de diálogo son procesos que tienen gran eficacia en este cambio de paradigma que trabajamos.La escuela es un contexto ideal para la aplicación de estas herramientas propicias en la misión de padres y docentes formando personas. Estas prácticas permiten que quien cometa un acto que afecte la convivencia tenga la oportunidad de reflexionar sobre el daño que ha causado y planificar acciones para restaurar las relaciones.Los conflictos aportan excelentes oportunidades tanto para tomar conciencia de la situación como tal y de las diferentes formas de accionar ante ello.En la escuela existen infinidad de interacciones, entre alumnos; entre alumnos y docentes; entre los docentes; entre docentes y padres; entre docentes y directivos. En tanto y en cuanto el conflicto es inherente a la condición humana, esta cantidad de interacciones se traducen en infinidad de oportunidades para aplicar este nuevo paradigma de resolución de conflictos.De forma lenta pero progresiva, estos conceptos van insertándose en el sistema educativo, ya existen establecimientos que aplican la mediación escolar para resolver sus conflictos. Ahora bien, aplicar el proceso con un viejo paradigma de visión del conflicto no alcanza. Para hacer el salto, debemos trabajar la forma en que percibimos el conflicto, en que nos aproximamos a él, hasta estar convencidos de su enorme potencial educativo.Caso contrario, aplicaremos nuevos procedimientos de resolución de conflictos para el mismo paradigma ganar-perder, con el foco en la sustancia y no en la relación, con un mero fin distributivo, buscando culpables, desaprovechando la riqueza de esta nueva filosofía para la construcción de la paz.Por ello, en muchas oportunidades, trabajar los conflictos en círculos restaurativos, sensibiliza respecto al potencial de escucharse evitando que los temas sean resueltos en forma unilateral, visibilizando situaciones que no son percibidas como conflictos pero obstaculizan la buena convivencia. Poniendo en palabras y develando temas que "no se hablan". Esas cosas que los adultos no quieren escuchar por la incomodidad que causa "no saber qué hacer con ello", quizás por no haber podido resolverlo ellos mismos.A todos nos cuesta asumir nuestros errores, sin embargo, hacerlo nos ayuda a crecer. Las practicas restaurativas nos ofrecen esta múltiple oportunidad de mejorarnos y mejorar el entorno, nos empoderan haciéndonos conscientes del poder de cada uno para cambiar el contexto, influyendo directamente en el clima escolar y el aprendizaje curricular.Los procesos restaurativos nos permiten aprender a niños y adultos, recorriendo juntos este camino de construcción de paz.ColaboraValeria [email protected]





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