Adela Boesing (45) es enfermera hace 24 años. Desde niña, cuando su vida transcurría en la chacra familiar de Santa Rita, supo que quería ser enfermera. Apenas hizo realidad su vocación, se sumó como personal del Hospital Samic de Oberá. Si bien puede actuar en todos los sectores con profesionalismo, descubrió que su capacidad de servicio se potencia en la atención a los adultos mayores. Por eso hoy es propietaria de dos hogares de ancianos de la ciudad.Hace seis años, seducida por familiares de los abuelos que cuidaba, con su esposo Osvaldo Veloso y la ayuda de uno de sus dos hijos, decidió abrir su propio hogar, poco tiempo después la demanda de sus servicios hizo que abriera otro.El Hogar San Pablo I, Buenos Aires y Wilde y San Pablo II, San Luis 170, constituyen un espacio donde los ancianos tienen la atención y contención que necesitan, en una etapa de la vida en la que muchas veces se torna difícil encontrar un lugar adecuado.“Siempre me gustó tratar con la gente, con los abuelos es algo especial. Fue una importante decisión para nosotros abrir el primer hogar y lo hicimos con nuestros propios medios. De a poco lo vamos mejorando y notamos que la demanda también es cada vez mayor, eso nos llevó a abrir otro espacio y aunque trabajamos mucho sólo pensamos en tener todo lo que necesitan los abuelos. Las inversiones son constantes ya que siempre hay algo para mejorar”, confesó a PRIMERA EDICIÓN.Llegar a la tercera edad genera una serie de necesidades que muchas veces la familia no puede cubrir. “El ritmo de vida, las propias obligaciones de los hijos hace que no le puedan dar el tiempo que necesitan los abuelos. Por eso tratamos de que con nosotros encuentren los cuidados, atención y sobre todo mucho amor. No suplimos a los hijos y familiares, pasamos a ser otra familia”, afirmó.Para Adela, lo que hace un tiempo era mal visto por una cuestión cultural, se va modificando y sobre todo aceptando por lo que realmente representa, la mejor manera de resolver una situación propia de la vida. “Los familiares pueden controlar que todo esté en condiciones, siempre proponemos a la familia que uno de ellos sea el nexo con nosotros, por lo que las inquietudes las canalizan a través de una sola persona, es para simplificar nuestra tarea, sobre todo cuando son muchos, las opiniones son diversas”, explicó. “Nunca tuvimos problemas y tenemos abuelitos que están con nosotros desde que abrimos hace seis años”.Según cuenta la enfermera y empresaria, sus hogares, son eso, verdaderos hogares. “Todos nos sentimos bien, nosotros por el servicio que brindamos, los familiares porque no sienten peso al dejar a sus padres en un lugar extraño y los abuelos porque están atendidos y somos una familia. Nos encariñamos con ellos y ellos con nosotros. Estoy pendiente de cada uno y no quiero que toquen a mis abuelos”.Adela recuerda que tuvo una abuelita que llegó a los 105 años. “Actualmente la mayor es Luisa, que tiene 90 años. También tengo a una madre y a su hijo y a dos hermanas. Lo más apasionante es que cada uno tiene una historia de vida que al conocerla pasa a ser una historia especial”, afirma.





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