La especialista en Endocrinología Laura Maffei, directora de Maffei Centro Médico, explicó que existe "infinidad de regímenes y planes de alimentación sana", como la dieta de la luna, la de los siete días, la proteica, que, "por más voluntad con los que sean acompañados, no logran el objetivo de perder los kilos de más". Por lo tanto, Maffei destacó que "muchas veces no se debe a la falta de constancia ni flojera, el por qué se llama estrés crónico que a diario se alimenta de situaciones plagadas de estresores y se hace cada vez más fuerte". En ese sentido, la endocrinóloga comentó que "la respuesta del cuerpo frente a una experiencia estresante es la misma que tenían nuestros antepasados para lograr sobrevivir a las amenazas: se generan diversas sustancias como la adrenalina y cortisol (la hormona del estrés) que nos preparan para la acción". "Sin embargo, los peligros ya no son ni la lucha, ni el mal tiempo, o la caza y el estrés moderno no se diluyen tan fácilmente. El mismo se padece en maltratos laborales, o por el hecho de tener que tomar decisiones rápidas bajo presión, o por la sensación de que ningún logro es suficiente porque las metas y demandas son cada vez más grandes. Una y mil veces repetimos ‘respirá profundo’, mientras por dentro nos carcome esa energía generada y no gastada", señaló la especialista.Maffei aseguró que "el cortisol, en sí mismo no es negativo" ya que el cuerpo "lo utiliza para mantener los niveles de presión sanguínea y desempeña un papel importante en la metabolización de las grasas y los carbohidratos para transformarlos en energía". Sin embargo, destacó que "cuando el estrés es constante, el cortisol desajusta el metabolismo, y entre otras cosas, no nos permite adelgazar". "Frente a situaciones estresantes la corteza suprarrenal es estimulada para aumentar la producción de la hormona cortisol, lo que a su vez indica la liberación de grasas y glucosas a partir del tejido adiposo en el torrente sanguíneo para que grandes cantidades de energía corran por el cuerpo y de esa forma enfrentar el estado nervioso", añadió. Asimismo, Maffei manifestó que "el estrés inhibe las funciones de la insulina (desplazar la glucosa desde el torrente sanguíneo hacia las células que la almacenan y su secreción por las células beta del hígado) para asegurar que las grasas y la glucosa de la sangre permanezcan disponibles para su uso. Es así que el metabolismo se prepara para resolver la situación de alarma. "Cuando una persona sufre de estrés crónico y el cortisol no cesa de segregarse, el cuerpo no puede asimilarlo de manera adecuada y hace que almacenemos el exceso de grasa como un instinto de supervivencia que se traducen en kilos de más hacia el abdomen antes que hacia las caderas. Esta grasa abdominal está estrechamente relacionada con las enfermedades cardiovasculares y la apoplejía", remarcó la médica. En ese sentido, Maffei dijo que "otro efecto secundario frecuente del exceso de cortisol es el aumento del apetito ya que al estar estresados nuestro cuerpo necesita más energía". Además, comentó que quienes aumentan de peso como respuesta al estrés "suelen admitir que en momentos de mucha ansiedad suelen inclinarse por comidas altas en calorías, grasa y azúcar, las cuales actúan sobre los receptores opioides en el cerebro para inhibir las respuestas de estrés". "Algunas investigaciones también demostraron que las personas que conviven con altos niveles de estrés tienden a picotear más y se pierde el registro y la moderación", puntualizó.Fuente: Noticias Argentinas





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