Vamos a presentarles a una profesional que está en todos los lugares de su Candelaria natal, cuidando la salud de sus vecinos. Justamente estábamos con mi colega Mónica Santos recorriendo los stands en la Mateada del domingo cuando alguien me dice: “¿te suena Flaca?”, mirándome a los ojos. Claro, el Facebook te juega esas pasadas, ves a las personas por fotos y luego decís: “yo te conozco”. Y cómo no conocer a la querible doctora Raquel Amiel, a quien todos conocen como la Turka o más aún, en el pueblo de toda la vida le dicen Pinky. Ella con su equipo de salud, del cual es jefa de zona. Allá donde se sabe que estará congregada toda la población, ahí está ella con su equipo, siempre con una sonrisa, es tan cálida que merece que les cuente que ella hace todo el esfuerzo, desde hace años, desde que se recibió de médica, para que los pobladores de Candelaria tengan buena salud, aprendan a cuidarse y sepan a dónde recurrir. Es lo que le dije: – Turka, no descansás ni los domingos. Te veo trabajar tanto por la gente, recorrer los barrios y con tu equipo van golpeando las puertas, casa por casa. Y ella me responde con su gran sonrisa: “¡No! teníamos que aprovechar y estar acá. Trajimos condones, es lo que teníamos, pero acá estamos. Atendiendo”, dirigiendo la mirada al tensiómetro. Con mucha pasión me cuenta que “esto es un compromiso que asumí. Cuando estudiaba, mi padre me decía: ‘espero que cuando te recibas devuelvas a tu pueblo todo lo que aprendiste’; y acá estoy. Me encanta lo que hago, mi profesión es mi vida y siempre disfruto cuando puedo dar una mano”. Muy pronto, tomó el tensiómetro y atendió a una señora. Aprovecha para hacerle unas preguntas sobre su salud. Dialogan unos minutos, para luego dar un resultado de presión alta. Por suerte, la señora pudo saber -en plena costanera- que tenía que tomar su pastilla. El placer fue nuestro, de encontrarnos con una persona llena de amor por su profesión y a quien los vecinos llaman Pinky. porRosanna [email protected]





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