En los inicios del siglo XIX, surge el primer intento de eliminar las arrugas -el esmaltado de la cara- que consistía en lavar primero la cara con un líquido alcalino, después se extendía una pasta para rellenar las arrugas y encima se colocaba una capa de esmalte hecha con arsénico y plomo, la cual duraba aproximadamente un año. Si la máscara era muy gruesa se agrietaba al menor movimiento.Se usan leches, mascarillas, manteca de cacao y pepino. Retornan la palidez, los polvos emblanqueciendo el rostro y los hombros. Se maquillaban el rostro muy blanco, las ojeras de color azul y las mejillas rosadas. A modo de ejemplo, el aspecto de tísico de La Dama de las Camelias, ideal de belleza del siglo XIX. Las mujeres presentaban una imagen de estar enfermas, se esconden del sol y del aire y destacan unos ojos grandes y tristes.Se exageró la palidez del rostro, hasta el punto que las mujeres ingerían sustancias tóxicas como el plomo y arsénico, que podían causar la muerte. Se marcaban también las ojeras y los pómulos se coloreaban levemente mientras que los labios tenían un color carmesí.El primer estilista llegó por primera vez en el siglo XIX, proporcionando una nueva fuente de prestigio a la moda. El artista Charles Frederick Worth abrió una tienda parisina en 1858 donde vendía modelos de abrigos y sedas de primera clase. La emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III era su clienta más famosa. Fuente: https://marketingcosmeticaperfumeria.wordpress.com





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