Señora Directora: Nuestro país ya durante el siglo XIX sufrió una epidemia de fiebre amarilla, que produjo la muerte de miles de personas, más que nada en Buenos Aires. Durante el siglo pasado hubo muchos casos de parálisis infantil que no sé si se pudo considerar epidemia. Sí que se elaboró la vacuna Salk que evitó más casos.Actualmente nos preocupa a todos el avance del dengue, el zika y la chicungunya, trasmitidos por el mosquito Aedes aegypti. Ya desde 2000 algunos casos fueron noticia, pero no de la magnitud actual, más que nada en nuestra provincia.Se están tomando realmente muchas medidas preventivas. Cuando en enero de este año, el Sr. Gobernador quiso poner en práctica la “emergencia sanitaria” no faltó un “empresario” hotelero que pegó el grito en el cielo, sosteniendo que esa medida iba a mermar la visita de turistas. Un caso más de la vorágine insaciable de querer tener cada vez más dinero, despreciando la salud de la población… ¡Total, qué más da!Desde que vivimos en democracia avanza peligrosamente la corrupción producido por el virus de la “escrupulosis”, cuyos síntomas son hacer trabajar “en negro”, en pésimas condiciones laborales, sin higiene ambiental, durante más de las reglamentarias ocho horas diarias; pasar presupuestos de obras o compras a un precio alto y usar sólo la mitad, guardándose la diferencia; tomar dinero ajeno y enriquecerse de manera ilícita; coimear a quien o quienes autorizan algo ilegal… La única medicación para combatir este mal es la Justicia que no siempre procede con la necesaria celeridad. El político que dice defender al pobre y no loase, es un corrupto; el que “tapa” una estafa a cambio de mucho dinero también lo es;..Podría llenar páginas y páginas con casos y detalles de corrupción, pero sabrá de sobra que la clase corrupta ello no le importa en absoluto, han perdido el honor y la dignidad. Aunque hay quienes nunca tuvieron ni lo uno ni lo otro, ya nacen corruptos, de manera que la honestidad tampoco está presente.





Discussion about this post