“Mi nieto, de seis años, lloraba e imploraba a los delincuentes que no mataran a la madre ni a su abuelo”. El relato corresponde a Augusta, una comerciante de 64 años que, junto a su familia, fue tomada de rehén durante 60 interminables minutos por seis criminales peligrosísimos, armados, encapuchados, capaces de maniatar a un pequeño y de amenazar con cortar las orejas a mujeres indefensas. La historia de terror se produjo el domingo, hacia las 21, en la vivienda de esta familia, propietaria del supermercado Santa Teresita, en Salto Encantado, jurisdicción de Aristóbulo del Valle.A metros de allí, se encuentra la vivienda de los propietarios, lugar donde cuatro malechores irrumpieron con los rostros cubiertos y armas de fuego. La violencia con que ingresaron dejó en claro, desde un principio, que no estaban dispuestos a perder tiempo ni a jugar.Augusta, en una comunicación telefónica mantenida con este Diario, recordó ese momento de horror: “Eran alrededor de las 21 y yo acomodaba unas cosas en mi escritorio. Separaba el dinero para pagar (al día siguiente) a un proveedor. En eso llegaron dos encapuchados, me dieron una patada; me tomaron de un brazo y me arrojaron al piso. Entonces salió mi hijo que miraba un partido de fútbol y lo intimidaron con armas de fuego para luego atarlo”, consignó con una inconfundible desazón.Los asaltantes estuvieron por espacio de una hora dentro de la casa.Augusta, en un principio, estaba con su hijo y la nuera, pero minutos después llegó la hija, que también fue reducida y maniatada, al igual que sus dos pequeños hijos.Los seis temibles asaltantes gritaban “dónde está la plata, somos de San Vicente y vinimos a llevar una plata” mientras pateaban a las víctimas que estaban maniatadas.En determinado momento, maniataron a los niños, entre ellos uno de seis años que no paraba de llorar e imploraba que no mataran a su madre ni al abuelo. “No tienen que desatarse”, les reiteraba uno de los malhechores con un tono intimidatorio. Rápidamente, los bandidos se apoderaron de cien mil pesos, que Augusta había separado para pagar al proveedor que al día siguiente llegaría desde Posadas.Pero no estaban dispuestos a irse con esa suma; querían más. Por eso las amenazas y los golpes continuaban con las víctimas.En determinado momento, uno de los encapuchados tomó a la hija de Augusta y la llevó a su habitación, donde se apoderó de otros 39 mil pesos. Aunque aún disconformes con el monto del botín, los ladrones decidieron darse a la fuga. En la casa quedaron Augusta, sus hijos, la nuera y los dos nietos. Media hora después de que los criminales abandonaran la escena del hecho, la nuera de la comerciante se liberó de las ataduras e hizo lo propio con los otros rehenes.Antes de irse, los malvivientes dejaron una advertencia. “No llamen a la Policía porque nosotros volvemos, no hoy ni mañana, pero vamos a volver”.Para Augusta, y también para los investigadores, hubo un trabajo de inteligencia previo. “Cómo saben, sino, que trabajamos con plata de lunes a lunes; que movíamos mucho dinero. Seguro le pasaron el dato”, indicó la mujer con un halo de tristeza. “Mi nuera está bajoneada, depresiva”, concluyó. Y no es para menos, se llevaron todo el dinero y dejaron angustia y miedo.“Te voy a cortar las orejas”Los cuatro criminales que ingresaron a la casa de la familia de comerciantes de Salto Encantado se manejaron en todo momento con mucha violencia, en el plano físico y psíquico.No sólo golpearon a las víctimas, también amenazaron con lesionarlas. Augusta, la dueña de la propiedad, fue el principal blanco de las advertencias.“Te voy a cortar los dedos; te voy a cortar las orejas si no me das la plata”, repetían a la mujer una y otra vez. “Fue de terror, ojalá que nadie pase lo que pasamos nosotros. Fumaban, tomaban, nos decían cosas. Tumbaban todo, hicieron un desastre en nuestra casa”, señaló la sexagenaria.“Si no le dábamos el dinero nos mataban”, aseguró la denunciante. En el terreno de la investigación, trascendió que al menos dos personas aseguraron haber visto una camioneta VW Amarok blanca muy cerca de la casa de Augusta, durante el lapso en que ocurrió el feroz asalto.Según la denuncia, la banda estaba compuesta por seis hombres, aunque dos hicieron de campana en el exterior del inmueble. Se labran actuaciones con intervención del Juzgado de Instrucción en turno de la ciudad de Oberá, concluyó el portavoz.





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