Pese a poseer numerosos monumentos patrimonio de la Humanidad, no son las edificaciones en sí las que otorgan a la ciudad su mayor atractivo. Su gente, el tráfico, los olores y la llamada al rezo son Marrakech. La ciudad cuenta con el mercado tradicional (suq) más grande del país. El zoco de Marrakech es un auténtico laberinto de callejuelas en el que hay artesanos agrupados por gremios: herreros, carpinteros, tintoreros, joyeros… son algunos de los oficios presentes. Comprar en el zoco de Marrakech es una de las experiencias más sensitivas que ofrece el país. Y el arte del regateo el mayor aliado del viajero. Tanto locales como turistas regatean en la compra de cualquier artículo y el precio final dependerá de las habilidades personales, las ganas y el tiempo de cada uno.El zoco se extiende desde el norte de la Plaza de Jamaa el Fna, magnífica de día e impresionante de noche. Dos escenarios completamente diferentes en función de la luz.También está la Kutubia, el monumento más representativo de Marrakech, visible prácticamente desde cualquier altura de la ciudad. Es una de las más grandes del occidente musulmán pero la entrada a los no musulmanes está totalmente prohibida.En el barrio de los curtidores, los hombres se sumergen en cunetas repletas de excrementos y disolventes que permiten trabajar el cuero para elaborar artículos como bolsos, cinturones y zapatos. Una forma distinta de conocer de primera mano el proceso real del tratamiento de las pieles.Marrakech es una ciudad con hoteles y alojamientos modernos y adaptados al turismo actual. Entre los establecimientos hay que destacar los riads, cuidadas casas señoriales reconvertidas en estancias donde todas las facilidades actuales conviven con una decoración tradicional y refinada. Además, gracias a su aeropuerto internacional Marrakech Menara, y las buenasconexiones por carretera, la ciudad tiene una excelente comunicación con el resto del país.





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