El barrio de Noida no es precisamente el lugar en el que uno espera encontrarse una fábrica de alta tecnología. El tráfico en este distrito de las afueras de la capital india, Nueva Delhi, es un caos en el que intervienen automóviles, triciclos motorizados, camiones que jamás pasarían una ITV en otro país, y peatones que protagonizan un peligroso zigzag.Ajenas a la cacofonía de bocinas y de gritos, las vacas lamen viejos pósteres de películas de Bollywood y buscan algo que llevarse al estómago en las montañas de basura que crecen aquí y allá. Sorprendentemente, en medio de esta fascinante representación de la realidad india del siglo XXI aparece uno de los pabellones en los que Intex ensambla sus teléfonos móviles inteligentes. Claro que en el interior de las instalaciones la escena es muy diferente. Parece como si la India del exterior fuese incapaz de penetrar en la fábrica, que sorprende por la pulcritud y la eficiencia de sus trabajadores. Dependiendo del modelo, cada terminal sólo tarda entre 15 y 20 minutos en ser ensamblado. La cinta transportadora va convirtiendo los cuerpos vacíos de los móviles en aparatos que cobran vida y cuyo correcto funcionamiento se comprueba hasta la extenuación.“De cada modelo primero fabricamos 20 unidades que destinamos a probar en los laboratorios, donde se exponen a las máquinas que recrean las peores condiciones climáticas. Además, tienen que resistir los controles de golpes, electrostática, resistencia al polvo, y un largo etcétera. Si pasan las pruebas se lanza una primera hornada de otros 200 terminales que se probarán a fondo por el personal de la empresa. Sólo si esa segunda comprobación es satisfactoria se comienza a fabricar en masa”, explica Banerjee.“Cada tres o seis meses la tecnología avanza y hay que adaptarse. Es un ritmo frenético tanto para los usuarios como para los fabricantes. Así que ahora estamos construyendo una de las fábricas más grandes del país para producir en India todos nuestros aparatos”.Ese es el objetivo que se ha marcado Intex tras la puesta en marcha de ‘Make in India’ (Hazlo en India), el ambicioso proyecto creado hace dos años por el primer ministro Narendra Modi, cuya intención es modernizar la industria del país para conseguir que India se convierta en una potencia manufacturera capaz de hacer frente a China. Es un plan basado la estrategia de las ‘cinco T’: talento, tradición, turismo, comercio (trade, en inglés), y tecnología. “Nosotros estamos perfectamente alineados con esta política, que consideramos muy necesaria para India”, opina el director de Intex e hijo del fundador, Keshav Bansal. “Hasta hace un año todos nuestros móviles se fabricaban en China, pero ya hemos conseguido traer el 60% de la producción y esperamos tener aquí el 100% este año”, avanza. Esta estrategia parece beneficiosa para todos: por un lado, los gobiernos de los diferentes estados, que subvencionan las fábricas con incentivos fiscales y descuentos en el precio del terreno, la electricidad, o el agua, logran crear empleo y formar a su juventud; por el otro lado, las empresas se ahorran los aranceles que se imponen a componentes y a productos acabados. “También nos da una importante ventaja en el control de calidad y en la capacidad de adaptar los diseños a nuestras necesidades”, apunta Bansal.Lo que no hay es un ahorro en la mano de obra, porque Intex asegura que sus empleados tienen sueldos entre 15.000 y 20.000 rupias (200 – 260 euros), cantidades que son sólo ligeramente inferiores a las que cobran los trabajadores chinos, cuya productividad es mayor. Eso sí, a diferencia de lo que sucede en el gigante vecino, en India los trabajadores no son emigrantes rurales sino gente de la zona, lo cual le permite ahorrar a la empresa en alojamiento y ofrecerles transporte gratuito hasta sus hogares.En cualquier caso, Intex no es, ni mucho menos, la única empresa que ha mordido el anzuelo de Make in India. De hecho, el programa de Modi ha logrado atraer inversiones muy importantes: el gigante taiwanés de los móviles Foxconn ha desembarcado en el sur de India de la mano de Xiaomi; Samsung ha decidido fabricar en el país su móvil Z1 Tizen; Huawei ha anunciado el desembolso de casi 160 millones de euros para establecer un centro de I+D en India; y en sectores no electrónicos otras grandes marcas como Airbus o Hitachi también están estudiando sus implantaciones productivas para fabricar aeronaves y partes de automóviles respectivamente. En el plano económico, Modi se puede colgar una importante medalla: por primera vez, India crece por encima de China. Y la agencia de ratings Fitch considera que la diferencia se irá agrandando en los próximos años.“Con el aumento de los costos de mano de obra en China y la imposición de aranceles, cada vez resulta más interesante fabricar en India”, reconoce Chen Yu, cofundador de ZUK, una marca de móviles subsidiaria de Lenovo que también está planeando su desembarco en India. La startup OnePlus también baraja la posibilidad de desligar su producción de la china Oppo para fabricar su tercer buque insignia en India. Así, marcas como Intex o sus competidoras Micromax y Lava tendrán que adaptarse también a un aumento de la competencia en su mercado local, un aliciente para que sigan los pasos de sus homólogas chinas y pongan en marcha su proceso de internacionalización.“Existe una última ventaja que es más difícil de cuantificar, y que reside en el prestigio del Made in India”, analiza Bansal. “Estamos convencidos de que es una etiqueta que tiene mayor aceptación que la de Made in China, todavía relacionada en el extranjero con la mala calidad. Además, en nuestro caso, con producción propia la crisis económica global nos abre la posibilidad de acceder a los mercados más avanzados, ya que los usuarios de electrónica cada vez exigen una mejor relación calidad-precio”.Y en ese punto las empresas indias son imbatibles. No en vano, Intex saltó a las portadas de todo el mundo hace algo más de un año cuando lanzó el smartphone más barato del mundo, el Cloud FX, que cuesta únicamente 1.999 rupias (26 euros). El Freedom 251 le acaba de arrebatar el trono, pero tendrá que demostrar su valía.“Mi padre creó esta empresa con 100 dólares hace 20 años. En aquel momento, se propuso convertirla en líder mundial, y creo que vamos por el buen camino. Estamos creciendo a un ritmo superior al 100% anual, y queremos mantener esa velocidad. Nuestro objetivo es claro: queremos hacer que la tecnología sea accesible a toda la población”, afirma el director.Sin duda, el programa Make in India cuenta con subvenciones suficientes como para hacer que el esfuerzo económico valga la pena. Sin duda, la mayoría de los empresarios considera que el plan es una necesidad para profesionalizar la industria de India y elevar sus capacidades para que sea competitiva a nivel global.No obstante, hay quienes no ven Make in India con tan buenos ojos. “Modi está tratando de copiar el modelo chino para atraer inversión y que las manufacturas hagan de tractor económico. La teoría dice que eso terminará beneficiando a la p
oblación en general, pero es evidente que lo que va a conseguir es aumentar la ya de por sí gigantesca brecha existente entre pobres y ricos”, asegura Pradip Bastia, responsable de los programas de Sanidad de la ONG local Smile. “Las fábricas se ubican en zonas urbanas, lo cual propiciará una mayor emigración rural que puede traducirse en un aumento de la población que vive en barriadas de condiciones insalubres”.Por si fuese poco, también hay quienes están preocupados por la erosión de los derechos laborales. “El mensaje para las multinacionales es claro: venid a India, China no es el único país que puede atentar contra los derechos fundamentales y ofrecer gran rendimiento por cada dólar invertido”, escribió el articulista Nirmalya Dutta en el diario DNA. Sin embargo, el Gobierno asegura que no pretende instaurar una legislación paralela -como hace Bangladesh con el sector manufacturero-, y que el programa servirá para construir infraestructuras adecuadas, establecer un entorno rico en proveedores, y formar a millones de jóvenes. Pero es evidente que en Noida todavía están muy lejos de conseguirlo.Fuente: elpaís.com





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