Resistiendo esa fuerte brisa que entra por la ventana para iluminar ese oscuro rincón para mantener la fe de aquella persona que estuvo rezando junto a ese cuerpo de cera, que pareciera que se desangra mientras contempla una inerte imagen que su fuego iluminaba. Aunque pareciera que esa llama se apaga y con ella la oscuridad reclame su lugar, aun tendrá que esperar porque tiene aún mucha luz para dar.Pero en la quietud de esa habitación ese fuego que siempre será más que penumbra, que apuntará a al cielo como una señal de esperanza a la distancia. Una vela que consume lentamente su mecha, como a quien se le escurre la vida en plena agonía.Una vela que se enciende en la alegría de un cumpleaños, y su final se transforma irremediablemente en el más sincero de los deseos mientras su luz es apagada por intempestuosos vientos.Una luz que florece para alumbrar algún destino o la súplica de un alma desvelada que busca un aliciente en esa solitaria flama. Una luz que no se enciende para vencer solamente la oscuridad, sino también los miedos y las desesperanzas de esa persona que aún sostiene su fe.Una simple lumbre que fue testigo del más desconsolado llanto y lágrimas que suplicaron a Dios un poco más de tiempo para que aquella persona se pueda quedar, mientras que ambos veían cómo partía. Una llama que no puede dar calor, pero si todo el fuego de la esperanza y hasta un cielo azul para que ese peregrino pudiera contemplar. Una llama que no devela un destino, pero muestra el camino para que ese peregrino pueda andar, aunque tropiece mil veces, mil veces se pueda levantar. Una vela que se refugia entre las piedras junto a un clavel, una oración y los recuerdos más hermosos junto a esa persona que no queremos olvidar.Esa vela que no hace falta que esté en un altar para que todos la vean, porque ella se encuentra en todos los lugares donde hay esperanzas y echa luz a un desconsuelo. Una vela que callada, solitaria pero con una pequeña flama amarilla que danza e hipnotiza al mirar, quizás está prendida para el que está ausente no se pierda y retorne a su hogar. Su llama es como una espada que atraviesa a la oscuridad y las sombras la rodean, pero no se atreven ni siquiera a tocar. Cuando una vela se enciende, una persona jamás está sola, porque con su luz llegan los pensamientos juntos a esos momentos que se recrean nítidamente en la pared de esa habitación que una noche la vio partir, y bajo su tenue luz no pudo escribirle, pero si grabar en su alma los versos más hermosos que su corazón le dictaba.Una vela que no es sinónimo de luz, sino de fe y de esperanza. Una luz que abriga nuestro espíritu y despierta los pensamientos. Una luz que llenaba de magia su silueta y endulzaba el vino de su boca y la llevaba a ese lugar donde se transformaba en deseo. Porque con la luz de una vela, jamás podré escribirte pero si desearte.Una vela que nos dará esperanza mientras su cuerpo se derrite, su mecha se consume y su llama se apague, habrá cumplido su misión que es la de dar su luz en nuestros momentos de oscuridad, y de recordarnos que, por más difícil que se pongan las cosas, siempre hay que tener fe.





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