Ayer se inicio el debate oral en el que Juan De Olivera está procesado como autor de “tentativa de homicidio agravado, resistencia a la autoridad, lesiones y tenencia ilegal de arma de fuego”. El hombre de 44 años fue quien -según la acusación- durante la noche del miércoles 6 de octubre de 2010 golpeó, cortó con una botella e hirió de arma blanca a Zarratea en su hogar de San Javier.Once personas declararon ayer ante los jueces Eduardo D’Orsaneo, Ángel Dejesus Cardozo, y Martín Herrecaborde. La víctima, Delia Zarratea, fue contundente: “Mi calvario comenzó cuando acepté casarme con él (De Olivera). Habíamos sido novios durante nueve años, en los que acepté dejar Posadas y a mi familia para ir a San Javier. El tenía a sus dos hijos chicos en guarda y yo vendí hasta mi casa para ir a allá y ayudar a criarlos”.“Ahí comenzó el maltrato, aumentaban los gritos y las discusiones, hasta que decidí separarme, pero cuando nos juntamos para vender la vivienda de San Javier y como habíamos puesto un lavadero y un kiosquito, me habló tanto que me convenció y volvimos a vivir juntos”.“Pero no pudimos llevarnos bien, los insultos aumentaron y le pedí que se fuera de la casa. Me quedé con la hija, que ya tenía 13 años y a la que la que la Justicia me dijo que tenía bajo mi custodia”. “El me perseguía y denunció que yo prostituía a la nena, cuando yo siempre la cuidé (…) Tanto me presionó que se la tuve que entregar, pero igual insistía en que quería volver a vivir conmigo”.Zarratea mostró entereza en la ilación de lo padecido: “El día del cumpleaños de la nena le hice una torta y ella vino a casa a festejar. A la noche, estaba sola y siento que el perro ladra, salgo y me agacho para tocarlo y siento el golpe con el pico de una botella en la panza y en la cara, después un culatazo (se presume de un arma de fuego). Me salía sangre por todos lados, me llevó dentro de la casa y cerró la puerta (…) Grité tanto por socorro que me dañé las cuerdas vocales, tragaba sangre que chorreaba de la nariz”.“No paraba, me defendía con patadas y gritos, pero sacó un cuchillo y del manotazo para defenderme me arrancó un pedazo del dedo (mayor izquierdo) pero también me tajeó el labio (…) Fue un infierno hasta que entró un vecino que pateó la puerta, ahí escapé a la casa de la vecina”.“Me iba a morir”El relato de Zarratea fue crudo, incluso al responder a la fiscal Liliana Picazo: “Sentía que me iba a morir, ese momento es de un silencio tremendo, el alma se me salía del cuerpo, me defendí como pude con la mano atajando el cuchillo hasta que se rompió la vaina y si no entraban los vecinos me mataba”.Fue rescatada, escapó por debajo de la cama, y fue llevada al hospital zonal. Una de las vecinas la cubrió con una cortina porque perdía sangre en abundancia y se temía que muriera. Mientras esto sucedía, y según uno de los testigos de ayer, De Olivera intentó resistirse hasta de la policía y habría llevado un bidón con combustible con el que intentó prender fuego la vivienda después del ataque a su expareja.Zarratea fue interrogada también sobre la posibilidad de que las lesiones de cuchillo se las haya autoprovocado. Fue tajante, bloqueó el llanto y lo negó de raíz: “De qué forma voy a cortarme un dedo y la boca, cómo voy a autolastimarme, es más, le pido a Dios que me juzgue en este momento y me caiga un rayo en la cabeza si estoy mintiendo”.Los vecinos que declararon ayer apuntaron a que la víctima salió ensangrentada y la asistieron para llevarla al centro de salud.





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