Hernán Maidana (37) e Isabella Sallustio (27) decidieron emprender un viaje de doce meses por la “América sustentable”. Sus maletas están en la puerta, listas para partir hasta la provincia de Salta, donde comenzará esta travesía, soñada por ambos, en forma individual y de diversas maneras, desde hace varios años. El destino y el amor los unió hace nueve meses. Después de medio año de estar juntos, comenzaron a planificar cómo serán sus días recorriendo las ecoaldeas del continente para trabajar y aprender técnicas de bioconstrucción, permacultura, producción orgánica, energías renovables y alimentación sustentable. El objetivo estaba más que claro pero no sabían de qué manera llevarlo a cabo: ella prefería largarse como mochilera, él en bicicleta. Finalmente lo hicieron en auto.Hernán es contador público, nacido en Posadas. Isabella llegó desde Puglia, una región del Sur de Italia, para hacer una pasantía como psicóloga en la Asociación Jardín de los Niños, del barrio San Jorge. Se enamoró de Misiones y decidió regresar al poco tiempo. Fue en esta segunda venida cuando conoció a quien es hoy su pareja. Extensos y profundos diálogos sobre estos temas, despertaron al amor, a la convivencia y a la planificación del viaje en un vehículo en el que acomodaron elementos para campamento y algunas herramientas.Así, la pareja se embarcó en esta travesía que implicará un año de viaje por Latinoamérica, con una posible escala en Italia y en las Islas Canarias, donde tienen amigos que trabajan en el área de la producción y del intersustento. Al regresar pretenden compartir su experiencia con personas que están trabajando en estas temáticas en Misiones.Si bien no tienen un itinerario fijo, “en algunos lugares hicimos contacto para que nos reciban. En la mayoría de los casos se intercambiará trabajo por alojamiento. En casi todos hay una construcción pendiente o un trabajo de huerta. El primer punto sería Salta y luego comenzamos a subir”, comenzó contando Hernán, para quien “esto es más fuerte” que su profesión. “Las herramientas que uno puede adquirir en una carrera universitaria te sirven para desarrollar cualquier tipo de proyecto, pero la inclinación la da uno, lo va forjando”, manifestó, al tiempo que admitió que al compartir el propósito “nos dijeron de todo. La mayoría se asombra por el desprendimiento que significa dejar el trabajo, la rutina, en la búsqueda de algo nuevo. Pero como en todo viaje no será sólo aprendizaje sino que también paseo, con posibilidades de conocer la mayoría de los países de Latinoamérica. Pero la mayoría nos brindó su aliento. Hay mucha gente que nos ayudó con materiales, con una garrafa, un colchón”.Explicó que fue como un proceso, cada uno en lo suyo, pero que concluye en algo parecido. “Proceso que uno va cuestionando, de que se puede superar de la realidad, como mejorarla, como ir transformándola para bien. Uno va experimentando, participando en diversas instituciones, grupos, en distintas alternativas, militando en política y va encontrando soluciones que por ahí, en mi caso, apuntan a lo práctico e inmediato. Me interesa que las soluciones uno las pueda llevar con sus manos, concretarlas, y creo que esa construcción fue derivando en conceptos tan claves como permacultura y agroecología, y la palabra sustentabilidad que es muy utilizada. Pero la palabra bien entendida también guía al emprendimiento y a esta búsqueda de vida”, narró.Entiende que “se fue dando con las lecturas, los intereses personales, lo que uno va descubriendo en la vida, y cuando uno se empieza a preocupar por la ecología (ver basura en el río, te motiva y te molesta), es un camino que si uno profundiza es posible que termine haciendo un cambio de vida a lo que es el consumismo, la producción industrial. Tarde o temprano va a dejar de alentar eso”.Ambos creen que la solución no es que cambien los otros. “Cada uno plantea distintos conceptos de éxito. Para muchos es tener muchos bienes, para nosotros sería relacionarnos bien con la naturaleza sin dañarla. En esa búsqueda lo más importante es lograr uno el éxito, no tanto que los otros cambien. Si alguien ve el ejemplo y le gusta, bienvenido”.Quizás no sea la maneraHace un año y medio que Isabella decidió establecerse en la tierra colorada. Recordó que se conocieron y se pusieron de novios, hablando de esos temas. “Nos encontramos mucho con el tema de querer construir algo propio que sea en relación pacífica, en equilibrio, armónica, con la naturaleza” y hablando, proyectando juntos, nació la idea del viaje, algo que lleva adentro desde hace muchísimo. “Cuando era chica y me gustaba la idea de ir a vivir al campo. No sabía por qué. Aun no tenía desarrollada una conciencia crítica, no sabía la razón, pero siempre decía que de grande quería una familia e ir a vivir al campo. Ese era mi sueño”, acotó. Luego, los estudios, la realidad, la sensibilidad, llevaron a desarrollar esa conciencia crítica, y a un recorrido que trae muchas preguntas. Y, a su entender, la respuesta muchas veces no puede ser teórica, tiene que ser práctica.Asegura que no es fácil llegar a los 27 y no tener aún una vida alternativa “y no poder mostrar ese ejemplo. Pero con la fuerza que nos damos recíprocamente dijimos: gastamos mucho tiempo de vida estudiando, haciendo lo que la sociedad decía que teníamos que hacer. La psicología me dio las herramientas para ver que se desarrollaron muchos problemas psicológicos que tienen que ver con la sociedad y la manera de vivir de la gente. Es como una señal que te dice que algo está equivocado en esta manera de vivir. Algo está llevando a la gente a vivir mal, a ser más depresiva, a sentirse estresada, entonces quizás no es la mejor manera de vivir”, cuestionó.Buscaron aprender pero de otra forma, que no fuera en la universidad. “Me inscribí en agroecología que me dio la herramienta inicial para empezar a trabajar en el campo. Pero dijimos vamos aprender haciendo, rompiendo el esquema. Y este es un poco el propósito del viaje, ir recorriendo las ecoaldeas, ayudando en lo que sirva en la huerta, en la agroecología, en la bioconstrucción. Queremos aprender de energías renovables para lograr el gran objetivo algún día, no de ser autosustentables -porque sería una utopía- pero intersustetables porque necesitamos de los demás. Necesitar lo menos posible el dinero (si se tiene comida, techo, energía) y con el intercambio de todo lo que se necesita con otras personas, vivir bien, felices -el objetivo de todo ser humano- y en armonía”. Por un año piensan trabajar bien, fuerte, duro. Y la idea es volver y poner en práctica. “Encontrar en el recorrido a gente que piensa como nosotros y construir una red, ese sería el ideal. Somos positivos. Pensamos que se puede. No es que no nos interesan lo demás. Es que un cambio de hoy a ma
ñana sabemos que no es posible. La mejor manera es hacerlo en silencio y mostrarlo después para que alguien más se agregue”, confió la pareja, que es miembro del grupo “Consuma conciencia”, y a la que el destino juntó para concretar la travesía de sus vidas.Un final de novelaDurante el viaje y como servicio alternativo, buscarán agregar la construcción de domos geodésicos de madera. Se trata de estructuras semiesféricas que sirven para invernaderos o pequeñas casas. Compraron algunos cursos y bajaron los planos de Internet. Hasta ahora confeccionaron con pino pero buscan evitar la utilización de madera tratada en aserraderos.Isabella se dedica al reciclado, lo que también facilitará ingresos junto a las charlas y los talleres. Para organizar el viaje y juntar algo de fondos, vendieron muchas de sus pertenencias. Hace tres años, Isabella vino por primera vez a Misiones y “me encantó. Me enamoré del lugar, de la naturaleza. Cuando volví a Italia y era un alma inquieta. Decidí regresar aunque no sabía qué es lo que podría hacer. Las cosas se fueron dando solas. Empecé a trabajar, y lo encontré a Hernán”.




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