A partir de ese panorama, la situación de su familia cambió radicalmente y estiman que seguirá así por un buen tiempo, hasta que se recupere completamente. Más aún porque son los padres los que la trasladan a Posadas, por sus propios medios, en ocasiones hasta dos veces a la semana. Es por eso que cualquier colaboración será muy bien recibida en la casa de los Olivera que, además de Claribel, tienen otros tres niños de 11, 5 y 2 años y medio, que quedan al cuidado de la abuela.Sandra Da Silva, mamá de la paciente, relató que “somos una familia humilde así que toda la colaboración de la gente será bienvenida. Hace seis meses que estamos en esta situación y vamos y venimos a Eldorado”. Contó que en junio de 2014 le diagnosticaron la enfermedad, y que todo ocurrió de un día para el otro. Comenzó a quejarse de los dolores un sábado por la tarde, al regresar del Cuartel de Bomberos y la madre los atribuyó a las actividades realizadas habitualmente por los cadetes. “Aunque ella lo negaba, pensé que había recibido un golpe. El domingo al mediodía la llevé a emergencias del Hospital Samic y la dejaron internada. Si bien no se veían golpes ni fractura, las molestias eran tremendas y la rodilla se había inflamado mucho”, recordó. Estuvo internada por unos quince días y la trasladaron a Posadas para un centellograma. Al regresar, la trataron como una osteomielitis (infección ósea casi siempre es causada por bacterias, hongos u otros microorganismos).“Pasaron dos meses y no había mejoría. La hinchazón no bajaba y ella no podía caminar ni apoyar la pierna. Pedí un traslado a Posadas para atenderla con el doctor Otero. Venimos por nuestros propios medios y este médico la atendió sin turno. Cuando vio los estudios solicitó otros y un nuevo centellograma, y diagnosticó el osteosarcoma, uno de los tumores más agresivos en los niños. La internó durante unos veinte días. Le dio el alta y tras una semana de descanso, comenzó con la quimioterapia”, resumió.El 15 de febrero Claribel será sometida a una operación de rodilla en el Hospital Pediátrico “Dr. Fernando Barreyro”. Después de la cirugía tendrá seis meses de tratamiento con quimioterapia, aunque menos invasiva que en las primeras oportunidades. A partir de allí y durante cinco años los cuidados tendrán que ser extremados.Según Da Silva, Claribel “está bien de ánimo. Gracias a Dios nunca bajó los brazos. Siempre estuvo fuerte. No puede caminar. Se moviliza con las muletas o silla de ruedas, pero de todas maneras no se queda quieta. El médico le dijo que por ahora se olvide de los bomberos, pero ella dice que tarde o temprano se va a curar y va a integrar el cuerpo de todas maneras. Esa es su ilusión desde chiquita y hace dos años que integra el grupo. Recién a los 18 podrá estar recuperada plenamente. A raíz del osteosarcoma tiene que cuidarse mucho. No puede recibir golpes en ninguna parte del cuerpo porque puede volver”. Viven del salarioPara viajar a la capital de la provincia, los Olivera “tenemos un autito y nos movemos por nuestros propios medios. Por ahora vivimos del salario de los chicos porque no podemos trabajar. No podemos hacer compromisos por falta de tiempo. Anteriormente mi esposo era el sostén del hogar con las diversas tareas que realizaba como changarín” pero desde hace seis meses no cuentan con un ingreso fijo. Cuando reciba el alta de la cirugía, Claribel necesitará pasar el posoperatorio en una habitación pulcra, especialmente acondicionada para evitar la proliferación de algún virus, teniendo en cuenta que se encuentra con las defensas bajas.Pero viven en una casa de alquiler del barrio Ziegler (calle Vicente López y Tupy) que deberán arreglar, pintar y fumigar para recibir a la paciente. Y para eso también necesitan recursos. Da Silva asegura que no están acostumbrados a pedir por eso siente hasta cierta incomodidad al mencionar el tema.“Siempre alquilamos, pero trabajábamos y teníamos. Ahora debemos dos meses de alquiler, aunque el dueño nos tiene consideración porque hace bastante que vivimos acá. Nosotros nunca fuimos a pedir, siempre nos manejamos con recursos propios y ahora nos toca hacerlo”, contó.Admitió que no recibieron ayuda de nadie más que los Bomberos y de los vecinos de la zona. Después de contar las peripecias por las que atraviesa su familia en el Canal 9 de Eldorado, la gente comenzó a colaborar con 50 o cien pesos para el combustible y lleva mercaderías a su casa. “Vendimos casi todo. Muchas cosas que la gente nos facilitó también comercializamos porque necesitábamos el dinero. Lo único que dejamos fueron las camas de los chicos. Por la salud de un hijo, uno hace cualquier cosa”, argumentó.





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