Ernestina Alvarenga fue empleada administrativa en la Municipalidad de Puerto Rico por 30 años y ahora cumplió 80 años, el 11 de diciembre espera con ansías la publicación de un libro con su historia dentro de la comunidad. Su cumpleaños lo celebró con familiares y amistades, y además, con la expectativa de la edición del libro que se encuentra a días de salir, en el que se rememorará su vida como servidora en la Iglesia, en la Escuela, y por supuesto, su trayectoria como empleada municipal al servicio de la comunidad. Alvarenga nació el 11 de diciembre de 1935 en Cerro Corá, Misiones. Hija de Pedro Pablo Alvarenga y de Fedelina Barrios, es la segunda de 4 hermanas y un varón: Elvira, Raúl, Blanca e Irma. Vivió en Resistencia, Puerto Mineral, Puerto Iguazú y Puerto Rico desde 1950.Cursó la escuela primaria en el Colegio San Alberto Magno, donde también cursó un secretariado comercial de dos años de duración para luego pasar a la Escuela Nacional 114 a cursar la secundaria, pero al llegar al segundo año la institución se vio forzada a suspender las clases por falta de alumnos. En el año 1956, en el Colegio San Alberto Magno le ofrecen trabajar como maestra ya que el número de alumnos era creciente, tarea que desempeñó desde el 15 de marzo de ese año hasta el 28 de febrero de 1967, cuando se inició, de la mano del entonces intendente Efren Rauber, como empleada administrativa municipal, rol que desempeñaría en los siguientes 30 años. Con sus 80 recientemente cumplidos, Ernestina recuerda esos años que parecen tan lejanos: “Cuando entré a trabajar en la Municipalidad todas las calles eran de tierra, pero de a poco fuimos viendo nacer el primer cordón cuneta y empedrado sobre la avenida San Martín, como el primer asfalto, la primera plaza o la terminal que hasta el día de hoy se usa”, explicó.Trabajó para nueve intendentes y no recuerda a ninguno de mala manera, todo lo contrario, aunque uno se destaca: “Siempre valoré mucho el trabajo de Silvinus Shoffen que es el responsable de que en Puerto Rico dejaran de existir las escuelas rancho; amante de las flores inició con la tradición de plantar Lapachos y levantó el edificio de la Municipalidad que se usa hasta el día de hoy, y todo lo hizo en apenas cuatro años; pero recuerdo a todos los intendentes siempre buscando lo mejor para la comunidad, así los recuerdo a todos, como también recuerdo y valoro a mis compañeros, los empleados municipales porque sin ellos ningún intendente podría haber hecho mucho”, recordó. Una de las facetas del empleado público de mayor exigencia suele ser el trato con la gente, pero para Ernestina solamente quedan buenos recuerdos: “Encontré un lugar muy agradable donde trabajar y aprender, siempre había que atender a mucha gente todos los días y el trato siempre ha sido cordial. Fueron años de luchas, pero también de grandes satisfacciones, siempre traté de atender de la mejor manera intentando que la gente se vaya con la respuesta que buscaba”, contó.En cuanto a la política partidaria, contó algo que puede sonar muy raro y anticuado: “La política no entraba en la institución, es más, yo recién me afilié a un partido cuando me jubilé, pero durante mi tiempo de empleada municipal nunca milité en política y tampoco nunca un intendente exigió nada. La política era una cosa diferente, era un tema para hablar afuera de la institución”, detalló.Colabora: Sergio LópezPeriodista




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