Continuando con <a href="http://www.primeraedicion.com.ar/nota/210852/pensando-en-nuestros-abuelos%26hellip%3B.html">el tema de la semana pasada</a>, si se analizan los términos envejecimiento normal y envejecimiento patológico, así como los factores influyentes en cada uno de ellos podemos darnos cuenta que existen factores biológicos, psicológicos y sociales que determinan la presencia de uno u otro tipo de envejecimiento.Con respecto a los aspectos psicológicos y sociales más significativos podemos decir que en el envejecimiento normal existe desarrollo o desintegración de algunos procesos psíquicos que pueden ser compensados, buen afrontamiento al estrés, teniendo en cuenta los factores estresores que se presentan en esta etapa (pérdida de salud, limitaciones, aislamiento, soledad), autovaloración positiva, sentido de vida optimista. En el envejecimiento patológico, en este sentido, se presenta la pérdida progresiva e irreversible de procesos psíquicos, mal afrontamiento al estrés, autovaloración negativa, sentido de la vida pesimista, sentimientos de soledad y abandono.En lo social aparece como normal la sustitución y evolución de roles, apoyo social (familiar y comunitario), posibilidades de autonomía, contactos familiares amistosos, existencia de actividades productivas para el anciano, discrepancias intergeneracionales no disruptivas, mientras en el envejecimiento patológico se presenta la pérdida total de roles sin posibilidad de sustitución, ausencia de apoyo social, dependencia involuntaria, inactividad, aislamiento, conflictos intergeneracionales, ausencia de contactos familiares amistosos.Debemos cuestionarnos cuánto podemos hacer para apoyar el desarrollo del anciano en esta etapa, cuánto podemos estimular al adulto mayor para que viva esta etapa llena de cambios desde una perspectiva positiva y enriquecedora y cuánto podemos influir sobre estos factores psicológicos y sociales para lograr la aparición del envejecimiento normal.Carl Rogers, eminente psicólogo humanista hace planteamientos, que según mi opinión, resultan muy importantes, expresa que lo más valioso de la personalidad sería que el sujeto experimentara una consideración positiva incondicional de sí mismo, lo que no plantearía discrepancias entre su valoración y su necesidad de consideración positiva.Se plantea entonces la necesidad del desarrollo de un proceso de educación en la tercera edad que permita el bienestar del anciano como un ser bio-psico-social, contrarrestando posibles representaciones pesimistas de sí, dirigido además a lograr una autoestima positiva, propiciar el autodesarrollo, la autovaloración adecuada.Refiriéndonos a las funciones psicológicas del anciano y sus posibilidades de educación, sabemos que en la vejez ocurre que los procesos psíquicos se hacen más lentos a causa de la merma neuropsicológica. Los trastornos de la memoria, las alteraciones en el pensamiento, la percepción son superados por el interés y la motivación que pueden tener para el aprendizaje, que puede manifestarse más lento pero indudablemente será más significativo para el individuo. Se deben tener en cuenta por tanto aspectos afectivos y motivacionales para el aprendizaje.La educación en la tercera edad debe partir de que sea ofrecida a los ancianos para conservar su autosuficiencia, la adaptación social, forma de mantener el vínculo con el desarrollo social actual. Debe sentirse informado, como un hombre de su tiempo sobre la evolución del mundo actual. Se debe tener en cuenta la profundización en la búsqueda de métodos idóneos para transmitir mensajes que enseñen y eduquen, ajustados a la vejez. Además de esto debe demostrarse que la posibilidad de aprender en el hombre existe a lo largo de la vida, en mayor o menor grado.Mediante la educación en la tercera edad puede lograrse que el anciano se encuentre interesado en el futuro, que se sienta parte de la sociedad, con funciones y roles sociales. Los centros de salud, centros educativos, familias, comunidades son agentes importantes que en su interacción con el anciano pueden trabajar en su estimulación y preparación en esta etapa.La educación en el adulto mayor debe ser una educación para aprender a vivir, este es el tema más importante, el desarrollo de las potencialidades humanas. Analizar preguntas como quién soy, explorando el autoconcepto, cómo enfrentar los problemas es una tarea que no se debe olvidar.Reflexionando sobre la base de las ideas de Gustavo Torroella González Mora comparto con él algunas preguntas que llevarían una respuesta importante para el anciano y que deben tenerse en cuenta al desarrollar el proceso educativo para la vida:• ¿Quién soy y cómo soy?• ¿Cómo debo afrontar y resolver los problemas y frustraciones?• ¿Qué sentido u orientación debo darle a la vida? Es importante que se vea el proceso de educación como posibilidad de lograr salud tanto psíquica como física, como la forma de legar elementos técnicos y fomentar conceptos y pautas de conducta derivadas de las propias discusiones, experiencias y confrontación con sus pares. Esto resulta de relevancia para la conservación de la salud. Es innegable que al presentarse un estado de bienestar físico el sujeto tendrá mayores posibilidades de experimentar bienestar psicológico, de ahí que la educación en el adulto mayor deba tener en cuenta varias esferas de trabajo.• La educación del anciano es una necesidad social y debe ir dirigida al desempeño de nuevos papeles y a la búsqueda de un nuevo espacio en la sociedad.• La educación en el adulto mayor constituye un proceso mediante el cual pueden apropiarse de un mejor estilo de vida donde existan proyectos, esperanzas, conocimiento real de sus potencialidades, de sus valores y hasta dónde puede llegar. Les permite llevar una vida más saludable.• La educación les permite la inserción en esa sociedad que un día construyeron y de la que se sienten apartados. Resulta un modo de lucha contra las representaciones que hoy priman de la vejez y que tanto los limitan, constituyendo así una necesidad de orden social.• La educación es hoy una tarea de primer orden para todos aquellos que desde la familia, la comunidad, el centro de salud, centros educativos interactúen con sujetos en la tercera edad.Aprendamos de Oriente… A diferencia de nuestra cultura, en la oriental los adultos mayores gozan de gran respeto y admiración. En Oriente se asocia la vejez con fuente de experiencia y sabiduría, y existe toda una tradición de respeto y culto por la ancianidad.El adulto mayor es considerado en todo momento, tiene un estatus importante no sólo en la familia sino en la sociedad, es el depositario de las tradiciones, puede ser un jerarca y un sabio. Se honra a los mayores y al llegar a la tercera edad consiguen un merecido descanso. En el caso de los chinos, al igual que otros pueblos del sudeste de Asia, creen en la inmortalidad del alma, respetan no sólo a sus ancianos que aún viven, sino también a sus ancestros fallecidos. Por eso, cuando uno se encuentra entre un grupo de japoneses, chinos o coreanos hay que saludar primero a la persona mayor.Cola
boración: Myrian Mabel BáezLic. en Psicopedagogí[email protected]





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