La notable difusión del Yoga en Occidente impulsó la organización de instituciones para la formación de docentes, así como para divulgar las características y beneficios de su práctica. La primera escuela en Sudamérica fue creada en Montevideo, Uruguay, en… ¡1934!, por César Della Rosa o Asuri Kapila, de origen franco-italiano, quien se formó durante varios años en Oriente con maestros como Ramana Maharshi y viajó por muchos países difundiendo su saber con un criterio armonizador de las diversas tradiciones, hasta fundar lo que hoy es la Asociación Uruguaya de Yoga. En los años ’40 formó profesores en Uruguay, Argentina y Brasil y dejó importantes obras escritas. Sus discípulos crearon escuelas, asociaciones y federaciones que al presente continúan la labor formadora, de enseñanza y de divulgación en nuestros países, sin olvidar sus palabras: “Queremos desarrollar la sabiduría filosófica de Aurobindo, la espiritualidad de Ramana Maharshi y la práctica de Sivananda.”En 1960 el Padre Ismael Quiles S.J., Rector de la Universidad del Salvador, viajó a Oriente auspiciado por la Unesco. Tras años de rica experiencia regresó a Buenos Aires y en 1967 fundó y dirigió la Escuela de Estudios Orientales en dicha Universidad; en 1974 le incorporó, como extensión universitaria, el Curso Superior de Yoga para preparar instructores, que luego originó una Expertura y una Tecnicatura Universitaria en Yoga, con docentes de la talla de Alicia Souto. Sus egresados han enseñado en todo el país y algunos, como el Prof. José Ansaldi, publicaron importantes libros. El Padre Quiles dirigió el Instituto Latinoamericano de Investigaciones Comparadas Oriente y Occidente, fue distinguido como conferencista internacional y escribió varios libros de filosofía y religión, entre ellos Qué es el Yoga y El Hombre y la Evolución según Aurobindo y Theilard de Chardin.En 1982 vino a la Argentina Indra Devi, luego de recorrer el mundo enseñando y publicando libros. Habiendo sido discípula de Krishnamacharya en India, comprendió lo beneficioso que sería el Yoga en Occidente y lo adaptó sabiamente a nuestra idiosincrasia. Radicada en Buenos Aires, desplegó una gran difusión en Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile y México, hasta que en 1988 creó la Fundación que lleva su nombre dedicada a la enseñanza, divulgación y formación de docentes. Allí reeditó sus valiosas obras más dos colecciones en fascículos encuadernables para llevar “la salud a los cuerpos, la paz a las mentes y unificar los espíritus con la Fuente Universal.”Un discípulo destacado de Indra Devi es Andrés Percivale, docente, periodista e investigador, quien debido a dolencias producidas por el estrés recurrió a la sabiduría milenaria, luego hizo viajes para profundizar conocimientos, fundó en Buenos Aires el Instituto de Yoga Contemporáneo en pos de la armonía corporal, psíquica y espiritual y publicó hermosos libros, ya adentrándose en el siglo XXI. Otra discípula de Indra Devi, Graciela Tarzibachi, cultivó el Yoga para niños y publicó sus experiencias. Al mismo tiempo, las profesoras Alicia López Isnardi y Verónica Belloli editaron su encomiable Curso Completo de Yoga en fascículos encuadernables. Valiosas guías prácticas fueron publicadas por las profesoras Beatriz Spinoza, Bertha Estrada y Sandra Zunino y los niveles del Hatha Yoga han sido definidos por el Prof. Horacio Maniglia.En nuestros días contamos con publicaciones argentinas excelentes, sumadas a toda la información que circula en Internet y en las redes. La Embajada de la India auspicia eventos junto con Alianzas y Federaciones internacionales. Varios Institutos privados de formación en diversas carreras incorporaron el Yoga como Profesorado o Tecnicatura y hay centros de práctica y formación docente en todo el país y en nuestro terruño también. Así que… ¡a la colchoneta! Namasté..Colabora: Ana Laborde Profesora de Yoga [email protected]





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