La trabajadora social Antonia Husulak reflexionó sobre el labor del trabajador social y aseguró que no es coincidencia que el Día del Trabajador Social se celebre también el Día Universal de los Derechos Humanos. “La misión de un trabajador social es la defensa de la vida digna, la autonomía y desarrollo humano. Se enmarca, en la misma dirección que en la esencia de la declaración de los derechos humanos: la vida y la libertad”. Recordó que los derechos humanos tienen independencia de nuestro querer o no querer. “Nadie los regala, concede o administra; por la sola condición de ser humano son nuestros, hasta la muerte”, remarcó. A su entender, lo que unifica estos valores universales es la dignidad, “se la conculca con la prepotencia, la dominación, la humillación y la falta de verdad. A través de los miedos, la coacción, la sumisión de los pobres y la sumisión institucional, como algunos de los desvalores. Por ello el desafío es promover ciudadanos libres, autónomos en todo sentido; que la sociedad organizada genere genuina igualdad de oportunidades, convivencia sana con pluralismo y verdad”. Aseveró que una convivencia sana implica diálogo, consensos, acuerdos mínimos y máximos. Que el pluralismo incluye respeto por las diferencias, sin dogmatismos, humildad para la buena escucha y comprensión. “Como ciudadana, en este inicio de un nuevo tiempo democrático republicano hago votos para que la vigencia plena de los derechos humanos no sea solamente hacia el pasado reciente, sino desde el presente hacia el futuro, sin rencores, ni resentimientos, sí con sueños, ilusiones y trabajo fecundo”, indicó. “Muchos problemas no se solucionan con trabajo social” Desde sus años de experiencia, Husulak admitió que “hay problemas que no se solucionan con trabajo social, porque van más allá de las capacidades y herramientas profesionales. Lo que sí importa son los sentimientos, la empatía, el espíritu positivo y alentador. Los vínculos que generamos son tan ricos como si hubiera una ayuda material. Que quienes se conectan con nosotros sientan que los entendemos, los comprendemos y que no es un acto intelectual sino también emocional. Ese apoyo es inconmensurable y perdura, porque se los escuchó, se los comprendió y se le dio pistas para carretear, volar. El autovalimineto”.Según recordó “los pesares, las carencias y sufrimientos de las personas, son tales: personales, incluye su historia de vida, la genética, las circunstancias, por lo tanto no hay receta. La trabajadora social Susana Cazaniga dijo una vez: “Lo que hagamos que tenga sentido. Otro concepto importante de quien fue subdirector de la Unesco, Alberto Obligado Nazar, cuando yo dubitaba cómo sería nuestra Teleducación y al preguntarle ¿cuál sería nuestro modelo? me dijo: “No hay modelos, hay experiencias, Misiones hará lo que se pueda, aquí y ahora”.





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