Prácticamente ya es tradición, desde hace algunos años, un grupo de comerciantes del Mercado Modelo La Placita recauda dinero para comprar juguetes, alimentos y contratar un pelotero. Luego eligen un barrio con el fin de compartir una merienda por el cumpleaños de “Mamá María”, con los que menos tienen.“Hay tantas cosas para agradecer al Señor y lo importante es dar, ayudar al otro y cambiar la realidad, mostrarle a los hermanos sin importar la creencia de que las cosas se pueden hacer, que todo puede ser mejor. No sólo decir soy católico, cristiano y creo en Jesús, hay que salir. Ir a la periferia y tocar el corazón del otro”, contó una de las organizadoras, Marta Barrios, quien tiene un puesto familiar en el Mercado Modelo La placita. Fue así que el domingo 6, cerca de las 14, al menos ocho voluntarios, arribaron a la chacra 159 de avenida Vivanco, entre Tambor de Tacuarí y Jauretche, donde viven varias familias con bajos recursos. Allí, adultos y niños compartieron la mesa donde les sirvieron pastel, golosinas, facturas y refrescos a más de 130 personas. Y como sorpresa, cada comensal recibió un regalo. Barrios contó que fueron muchas las personas que se sumaron a la celebración “todo es a pulmón, nos donaron dinero para comprar los vasitos, los globos, adornos y manteles”, explicó.Sin embargo, a la hora de traer el pelotero se presentó un inconveniente “nos dijeron que se suspende el servicio porque el pelotero no entra a la villa, me dolió el alma”, recordó Barrios.“Para muchos chicos es la primera vez que van a entrar al pelotero y teníamos que conseguirlo. Entonces, al comunicarnos con otra empresa les contamos para dónde era. La chica que nos atendió está embarazada y nos dijo que iba a mandar el más grande, también mesas, sillas y nos regaló una hora más. A lo mejor Dios quería que ella colabore con nosotros”. Un niño descalzo Ese domingo, un niño fue descalzo. Se llama Sebastián, tiene unos ocho años. Y como a los otros pequeños, le dieron un número, pero él no supo diferenciarlo “porque parece que no sabe leer. Y le prometimos unas ojotitas, era el único descalzo”, recordó Barrios. Y siguió, “ese nene me llenó de dulzura, tiene una ternura especial. Le di una bolsa grande con chizitos y me dijo ‘nunca vi una bolsa tan grande. Nadie nunca me dio nada’, repetía. Uno sale de allí con una alegría enorme, luego de ayudar al otro”.





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