Un viaje de 30 kilómetros por la ruta Sexta, a la salida de Encarnación, culmina en el distrito de Trinidad, un paraíso histórico viviente que tiene todo y más, para ser uno de los centros turísticos y culturales de mayor grandeza en el Paraguay. Está enclavada en una zona de cerros, algo que se percibe durante el camino, donde el apunamiento -aunque leve- se hace sentir, pero que no quita en absoluto el marco pintoresco del camino.Al llegar es clara la percepción de cómo los habitantes de la ciudad están trabajando arduamente en la pavimentación de avenidas y rutas, algo que empieza a rendir frutos ya que ha dado un impulso incipiente en los hoteles y también la gastronomía regional. Si bien es una histórica y muy antigua ciudad, recién a partir del año 1999 las autoridades municipales de Trinidad empezaron a verla proyectada para el turismo, dado el valor de tres de sus más grandes elementos: la aldea Guavirami, territorio Mbya-Guaraní que posee un circuito turístico a partir de la recorrida para escalar uno de los cerros, además de que han sabido canalizar los beneficios que les otorgan las visitas y ya conformaron el primer coro de niños guaraníes existente en Paraguay, por mencionar algunos de los atractivos. Para recorrerlo, los paisanos cobran un precio simbólico en concepto de entrada.A unos siete kilómetros de allí está el predio de las Reducciones de Trinidad, si se quiere una de las más esplendorosas que quedan en pie en el vecino país. A 400 metros, en línea recta, se encuentra <a href="http://www.primeraedicion.com.ar/nota/209251/el-origen-de-la-mision-jesuitica-trinidad-esta-en-ita-cajon-un-parai.html">Itá Cajón (Piedra Cajón), la cantera donde nace esta historia</a>…Un paraíso vegetalEl mes de diciembre es sinónimo de verano húmedo en esta región del Continente. Ello le agrega un plus de aventura al recorrido, porque las nubes que formarán pequeños chaparrones, acompañarán al visitante a lo largo del trayecto. Llegar a Itá Cajón es situarse de plano en un paraíso vegetal y de piedras que aplacan el impacto de las altas temperaturas y despiertan fuertes ganas para un descanso contemplativo.PRIMERA EDICIÓN llega a las instalaciones, un predio de más de 4 hectáreas de monte y piedras en forma de cajón perfectamente parquizado y reacondicionado, invitada por la oficina de Desarrollo Urbano de Encarnación a cargo del ingeniero Victoriano Vazquez. Allí, la encargada del Parque, Dahiana Romero, del departamento de Turismo Municipal contó pormenores de un proyecto tan ambicioso como viable. “A partir de 1999 Itá Cajón se acondiciona para las visitas, se dispone desde el municipio la construcción de algunos senderos y las galerías para aprovechar el enorme escenario (en forma de cajón) además se dispone la realización de una imagen plasmada en el centro, una obra regalada por un artista plástico asiduo visitante de Itá Cajón y devoto de la Santísima Trinidad, con lo cual se embarca en la realización en yeso de la figura que lo representa y lo ubica en el centro del escenario mayor”. Mientras este Diario inicia la caminata, que hay que decirlo, se debe ser muy cuidadoso porque la humedad y los musgos en las piedras son atractivas para las fotos, pero una trampa para el caminante desprevenido. “Cuando uno habla de una cantera se imagina un lugar lleno de piedras. La mayoría no tiene la mentalidad de que aquí sea un lugar de historia. A saber, en 1706 se funda la Compañía de Trinidad, los Jesuitas e instalan en la zona en 1712 y desde entonces y hasta el año 1764 se ponen a trabajar en la cantera. La lectura rápida sería que estos sacerdotes evangelizadores estuvieron trabajando más de 50 años en la cantera para construir la ciudad y sólo pudieron disfrutarla cuatro años, ya que después vino la expulsión…pero esa es ahora historia”, sonrió Romero mientras pasó con agilidad las escaleras naturales formadas por las piedras de camino a la punta del cerro. Mientras tanto contó que el uso y mantenimiento de las instalaciones habían tenido un abandono de 10 años ya que entre 2000 y 2010 un hubo inversiones. Recién en 2011 se volvió a reactivar la cuestión de las visitas mediante un convenio con la Senatur (en jurisdicción de las reducciones de Trinidad) para que las visitas que reciben allí también sean enviados a la cantera. En el lugar, los visitantes podrán encontrar una geografía muy singular, parecida a pequeños cajones Hay como pequeños cajones dentro de un gran cajón de cuatro hectáreas. Dentro de los cajones son visibles las figuras simétricas parecidas a pequeñas “eles”“El arquitecto Juan Bautista Primoli llegó a obsesionarse tanto con las piedras, que su gran temor era que se terminen las rocas con las cuales estaba construyendo”, explica Romero.Basta una mirada general para entender que la cantera posee material para volver a construir de cero el imperio.“Hubiese sido interesante reconstruir uno de los más grandes imperios que tuvo la provincia y hubiese valido la pena. De todas formas también podemos pensar que estos vestigios son mucho más valiosos porque la gente puede apreciar como quedó tras ser devastados y se imagine lo que pudo haber sido en realidad”.Mientras habla, Romero señala: “Las rocas que vemos en toda esta cantera son en realidad arena prensada. Cuando subamos a la parte superior vamos a ver que hay arena que tuvo que ser excavada hasta llegar al sector donde estaban las cuñas de arena prensada, con esas cuñas se marcaban las rocas de forma horizontal con martillo de madera y punzón. Como es un material prensado, las rocas se extraían con una forma de cuadrado perfecta. Del tamaño ideal para las paredes de una casa, un piso o para la iglesia mayor”. Hizo una pausa y prosiguió:“La ventaja que tenían era que después de extraer las rocas, solo había que dejarlas secar y después trasladarlas e inmediatamente ir armando las viviendas”.“Al estar aquí cuando nos visitan, confirman por si mismos que fue un trabajo grandioso el que se hizo. Quienes trabajaron en este caso fueron los peones, la gente común para hacer la casa de los sacerdotes y caciques: el templo mayor y la vivienda de los dirigentes indígenas. La gente común se ubicaba a vivir en los alrededores en pequeñas chozas. Por lo que entendemos, de acuerdo a los estudios históricos era que todos terminen viviendo en casas de piedra, pero el factor tiempo jugó en contra, ya que primero hicieron el templo, la casa de los jefes y sus hijos y así bajando en la línea de jerarquía hasta llegar a ellos. No hubo tiempo para concluir las obras” “En fila india”La labor en la que estuvieron más de medio siglo fue la siguiente: extraer la piedra, dejarla secar y luego trasladarla. “Este trabajo se hacia de dos maneras: los bloques pequeños (con un peso de 20 a 30 kilos ) estando secos se transportaban de mano en mano. Se armaba la famosa fila india en línea recta que suponía unos 400 metros d
e fila. Lo más increíble de esto es que las realizaban las mujeres y niños a partir de 14 años que ya tenían la obligación de trabajar. Los hombres se encargaban de trasladar los bloques grandes. A cierta altura se colocaban las tacuaras Paraná y los bloques bajaban en forma pausada, en resbaladilla. Una vez en el suelo, con las mismas tacuaras hacían una especie de palanca para ubicar los bloques en carretas alzaprimas, la cual tenía un solo eje y ruedas de más de dos metros. El trayecto a las Misiones lo hacían a tracción humana”. Trinidad es la penúltima reducción fundada en el vecino país y es la más grande cuyas ruinas quedan en pie, con lo cual tienen un valor mucho mayor que todas las demás. En San Cosme queda solamente parte de la iglesia. En Jesús queda parte de la iglesia y lo que fue el claustro y se sabe que esta reducción no llegó a techarse. De las ocho reducciones que se erigieron en la región paraguaya. Siete permanecen en pie. De una no queda ni el polvo. Se trata de la reducción de Nuestra Señora de Encarnación. Historias a 40 kilómetros de la ciudad de Posadas (Argentina) que valen la pena entender. Circuito obligatorioEn Trinidad se trabaja también para conformar una secretaría de turismo y a través de ella enfocar el turismo de la zona con paquetes de la zona, desde la Municipalidad para cerrar un circuito que permita conocer la comunidad Guavirami, la cantera y los restos de la reducción. Sostuvo Dahiana Romero: “Queremos que el parque Itá Cajón esté en el circuito obligatorio para que la gente conozca como se gestó esta historia, para que conozca el origen. Y luego, pasar a la obra final, las reducciones en sí. Alrededor de estos grandes lugares queremos implementar y darle un fuerte impulso a gastronomía y hotelería del lugar. La idea es que se queden con ganas de volver”. Por Myrian VeraImágenes: J.C. Marchak





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