Al carecer de cuerpo físico su vibración es más fina y para acceder a ellos debemos salir de nuestro estado mental ordinario, o sea: trabajo, relaciones, espacio vital, salud, etc. para que -de ese modo- podamos pasar a la mente superior. Para ello es necesario desprendernos del “lastre” y por tal razón el siguiente paso es: LA LIBERACIÓN.Liberarnos de preocupaciones, problemas y creencias negativas acerca del propio yo, nos posibilita ingresar a un estado de claridad, neutralidad y amor incondicional, que caracteriza al reino angelical. Nos transporta al sitio sagrado del Perdón, hacia nosotros mismos y los demás, lo cual es estupendo para el alma.Los ángeles están siempre dispuestos a asistirnos en la vida cotidiana, si estamos deprimidos o nos sentimos indignos o culpables, si albergamos sentimientos desdichados sobre otros es porque no estamos en la mente superior. Para volar con los ángeles es preciso aligerar el equipaje. Para eso tenemos que purificarnos, lo que no significa que debamos ser santos sino sólo que debemos desechar parte del bagaje mental y emocional que cargamos gran parte del tiempo.Practicando técnicas de liberación podrás alivianar tu equipaje y reunirte con naturalidad con tus alados compañeros. Liberarse también implica poner claridad en la vida cotidiana, descubrir que tus cosas comienzan a marchar mejor, que te sientes más feliz, menos tenso y con más paz interior.Hay un aspecto del Ego que a veces dificulta la conexión angélica. El yo en sí no es malo, aunque ha adquirido mala reputación en determinados círculos espirituales. El yo es quien cuida nuestros intereses, trabaja para protegernos de la desilusión y el fracaso. Pero cuando no es alimentado con amorosa autoaceptación, el ego desarrolla un aspecto negativo que refleja la autocrítica y sensación de minusvalía. Se torna audible negativamente, juzgándonos, su veredicto es casi siempre: culpable o podía ser mejor. Nos compara desfavorablemente, por lo general critica, regaña y nos impone patrones de perfección a veces imposibles de alcanzar. O de lo contrario nos halaga, instándonos a sentirnos mejor, buscando errores en otros, culpándonos por sus deficiencias.Es posible escuchar la voz negativa en primera persona: “No sirvo para nada”, “qué estúpido soy”. A veces te habla en segunda persona, “¿que pedazo de idiota”, “¿para qué hiciste eso?”.Resulta imposible abrir el corazón cuando semejante voz controla TODO. La mejor manera de ajustar cuentas con esta voz es prestarle atención, reconociendo su existencia simplemente. “Allí está otra vez”. Imagina a un niño caprichoso que gimotea pidiendo atención, notarás que el Ego responderá positivamente bajando su volumen… (Continuará)Colabora:María Ysabel [email protected]én en FB.





Discussion about this post