Y ellas mismas nos van llevando, convirtiendo en algo de mayor importancia “lo que hacemos” que “quien hace” y por supuesto con un costo personal del “hacedor” enorme. Y no hablo de fama personal, sino de cuidados personales, de calidad de vida. Los síntomas son claros. Estamos viviendo de una forma en la cual todo sale bien, y sin embargo nos sentimos mal. Por ejemplo; el caso de los docentes. Pueden dar clases magistrales a los alumnos, pueden interesar a los mismos al descubrimiento de su vocación, contribuyen a la formación de la sociedad. Realizan una tarea loable. Sin embargo el saldo de ello suele ser al retornar a sus casas, estar de mal humor, cansados, extenuados, con sensación de estrés y cuando no, incubando alguna enfermedad. Ahora me pregunto: ¿Cómo puede ser que hacer las cosas bien, me lleve al final del día a sentirme mal? o mejor enunciado ¿cómo es que me siento mal después de un día de hacer las cosas bien? ¿no le ha pasado o le pasa a menudo a usted? Logramos nuestros objetivos, pero a cambio dejamos primero nuestro bienestar y calidad de vida en el camino y luego nuestra salud. ¿En manos de quién está la respuesta o la solución a esta situación que hoy día nos encadena a la saturación de los sistemas de atención de la salud?Es concordante sentirse mal si las cosas no salen como quisimos o como esperamos, o como los demás esperan. Pero que nos sintamos igual después de un día de realizar acciones laboralmente satisfactorias. Es paradójico, ¿no? Es posible que algo tengamos que ajustar.Podemos cumplir con todas las misiones de nuestra vida, pero aun así sentirnos mal. Podemos ser buenos padres, buenos ciudadanos, buenos trabajadores, ser decentes, y aun así podemos sentirnos mal y estar dispuestos a las enfermedades más diversas. Los sanatorios y hospitales están llenos de gente buena, amable, generosa, que en muchos casos han hecho de todo por la sociedad y la humanidad. Ser “buenos” no nos hace exentos de estados de salud adversos ni de enfermedades. Por ello es necesario que, aparte o además de cumplir con todo lo que tengamos que cumplir en la vida, también lo hagamos con nosotros mismos, con nuestra salud.Lo mismo que una profesión que ejercemos con profesionalidad y excelencia, el bienestar personal y la calidad de vida se practican.Nos hemos encontrado con personas que nos dicen “yo hago todo lo que tengo que hacer, ¿por qué me siento mal?, ¿por qué no tengo paz?”. Es sencillo, no entrené para sentirme bien. Eso es aparte, y requiere práctica. Entendamos que tampoco nos sentimos mal sin haber practicado para ello. Lo hicimos a diario, soportando, cansándonos, dando más el tiempo al sistema, a lo que nos exigen que a lo que verdaderamente necesitamos.Meditación, alimentación sana, descanso, equilibrio mental y sobre todo, tiempo para ejercitar las artes de calidad de vida.Colaboran: Karen y Fabián Bachmann03743-495398 / Celulares : 0376-154727842 [email protected]





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