Estábamos en Pondicherry, India, en el Ashram de Aurobindo con una amiga haciendo los ejercicios de Yoga en los jardines que dan al mar. Culminamos con la rutina y nos quedamos meditando.A la hora de la cena, la noté un poco molesta. Le pregunté qué le ocurría y respondió: -Tengo problemas con mi mahatma, es muy inoportuno, no me deja en paz, altera mis meditaciones, no encuentro la forma de controlarlo.Quedé un poco sorprendida porque aunque sea una situación normal en personas que recién incursionan en las prácticas de meditación, ella es psicóloga e hinduista, por lo cual sabía muy bien cómo opera el mundo mental.Pero, como dicen en mis pagos, hasta al mejor cazador se le escapa la liebre.Momentos antes de hacer los ejercicios de Yoga habíamos estado hablando de su maestro espiritual, con el cual estaba enojada, decepcionada. Hacía años que se había alejado de él, pero era cuestión de pisar el suelo de India y afloraba en ella su mala experiencia con él. Caminábamos por los jardines y me describía lo que le había sucedido, a tal punto que hacía una representación tan real, que me era fácil imaginar lo sucedido, incluso a su maestro.Contó como en la meditación no logró en ningún momento relajarse, por todas las emociones que había desprendido en forma de pensamientos sobre su maestro espiritual, cargadas con ira, con mucha fuerza por el enojo que ella sentía. A su mente regresaban imágenes, sonidos, incluso olores. Todas sensaciones muy desagradables, colores oscuros que le provocaron miedo, angustia. No había hecho más que abrir su conciencia y entrar a su propia atmósfera de formaciones mentales.Un mahatma es un pensamiento creado por la persona, con información y energía, que sale a la atmósfera, puede interactuar con la mente de otras personas, tomar más fuerza, moverse en el mundo mental. Este pensamiento o mahatma te ata a la persona que lo estimula y retorna como un bumerang golpeando la mente que lo ha creado, provocando graves problemas a la persona que lo alimenta. Este mahatma le pedirá continuamente más y más energía.Todos tenemos nuestras creaciones mentales pegadas en el aura. Son avariciosas y piden constantemente alimento, consumiendo mucha energía vital y debilitando a la persona. Se muestran como reales cuando no son más que, como ya hemos dicho, creaciones de la mente. ¿Cómo nos desprendemos de estas formaciones mentales?El primer paso es desprender estos lazos energéticos del aura, y, en segundo lugar, reabsorber la propia creación mental con el discernimiento.Ejercicio de desprendimiento:Imagina que estás enojado con una persona, no importa si esa persona es tu madre, padre, hijo, amante, compañero de trabajo, si está vivo o muerto, el lazo está y es alimentado con tu propio pensamiento de enojo, ira. No vamos a entrar la causa que provocó esta ira, lo que importa es entender que tienes un lazo energético entre tú y esa persona.Busca un sitio tranquilo, haz una oración y saluda el ángel de la guarda de la persona con la cual vas a interactuar con el pensamiento.Piensa en el hecho que te une a esta persona, cuál ha sido la causa de la creación de este pensamiento de ira, enojo, dolor.Colocas la mano izquierda en el pecho y con la derecha la llevas a la frente, siempre con el pensamiento en la persona y en el hecho que causa el dolor y comienzas a bajar la mano suavemente, llevando hacia abajo unos lazos finos y vibrantes que salen desde tu cuerpo, pasas tu mano por toda la línea central de tu cuerpo, hasta llegar al medio de tus piernas, allí cierras la mano, imagina que sostienes estos lazos energéticos en ella, luego los depositas en el piso, como si los hundieras en la tierra.Quédate unos segundos con la imagen de los lazos enterrados en la tierra, consciente como entra y sale el aire por la nariz.Das las gracias a tu ángel de la guarda y al ángel de la guarda de la persona a la cual estabas atada.Todas estas fuerzas mentales, incluso algunas con energía vital que tenías pegadas a tu aura, se desprenden y quedan sujetas a la madre tierra, son absorbidas por ella y tú quedas limpio.Es posible que no te puedas limpiar en un solo ejercicio. Hazlo tantas veces como creas necesario, pero con actitud de respeto, y con la comprensión que estas energías no tienen realidad, que estos pensamientos, sólo son fuerzas creadas y proyectadas por ti, que salían de ti y regresaban a ti. Cuando estos pensamientos alteran la vida cotidiana es conveniente consultar con un especialista, psicólogo, terapeuta.Paz y bien. Hasta la próxima semana.Colabora: María Benetti MeiriñoAutora de libros y guía para meditación [email protected]





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