Abrazo mi destino y tú… abrazas tú destino, y descubro que no hay un destino mejor que el otro. Y me rindo… me rindo y así llega la calma. Y es desde la rendición que puedo percibir un destino diferente y desde ese espacio puedo respetar el destino de los demás.Y me rindo, ante lo más grande… me rindo.Yo respeto tu destino, también… aunque duela…Sólo cuando podemos hacerlo, se nos abre una puerta, un paisaje maravilloso.Yo respeto tu destino y lo abrazo y suelto, porque si no lo suelto quedamos sujetos no por nuestra fortaleza sino por nuestra debilidad, y es eso lo que nos conecta, la angustia y la necesidad, y así nadie se completa.Y sí… es difícil decirte que abrazo tu destino al precio que vos tenés que pagar pero… yo también tengo un destino y también lo abrazo al precio del dolor que me toca… Y lo abrazo y así puede también venir con él, el aprendizaje y sus dones.Cada uno de nosotros tiene un camino, tiene un destino que tiene que transitar… puede ser que a veces pensemos que sería mejor tomar el destino de otro… pero no puedo… porque lo que es para mí, igual me va a llegar y aunque me resista y lo evite… nuestro destino es más grande, es enorme, es paciente, es único, es nuestro, y está ahí esperándonos, porque solamente es a través de él que podemos recuperar nuestros dones, y nuestra fortaleza.Tomar y dar… pegar el salto y despegar… Todo tiene su tiempo, todo… cuando uno está preparado, mira al precio que le cueste. ¡Lo hace! Mira y asume. Acepta con amor y entonces llega la tan anhelada paz, y esto nadie te lo puede dar, es nuestra conquista personal, es lo que nos hace más fuertes. Y es sólo desde la integración de lo que somos que podemos vivir y compartir… lo que es, lo que hay, lo que somos.No evites tu destino, no evites el dolor… él te trae la debida templanza, y con ella el poder mirar las cosas tal y cual son.Colabora: Patricia CouceiroInstructora [email protected] Facebook: Patricia Mónica Couceiro 3764829015-





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