Colaboración: Lic. Hernán CenturiónGuardémoslo en la memoria colectiva, este domingo 22 de noviembre es un día histórico. Los argentinos estamos en ballotage, atrás ya quedó la tensa e intensa campaña para la primera vuelta, y los también históricos dos debates entre los presidenciables. Mañana empieza otra historia, el ganador recorrerá el período de 18 días de transición. Cristina Fernández de Kirchner le dará el bastón y le pondrá la banda al nuevo presidente el 10 de diciembre.A pesar de las marcadas diferencias políticas de los últimos tiempos, nuestra democracia ha madurado en muchos aspectos y un presidente volverá a entregar, en término y forma, el mandato. Recordemos que en estos 32 años de democracia hubo sobresaltos. Raúl Alfonsín, acorralado y presionado por la crisis hiperinflacionaria, le entregó el poder al peronismo aquel aciago 8 de julio de 1989, seis meses antes del fin de su gobierno.Y así llegó Carlos Menem, logró bajar en poco tiempo la inflación y con el por aquel entonces rédito político que daba la convertibilidad, apostó por la reforma constitucional. Pacto de Olivos mediante con su antecesor y líder de la UCR, impulsó la reforma de la Carta Magna en 1994. Logró la posibilidad de ser reelecto. Así, con la paridad 1 a 1 del dólar y el peso (argumento simplista pero veraz) convenció a muchos votantes y volvió a ganar la presidencial de 1995. Llegó a 1999 con un gobierno desgastado. La economía, la convertibilidad y muchos otros factores sociales ya no daban para más. A eso se sumó la imagen frívola de “pizza con champagne” que caracterizó a sus dos mandatos. Pero debió formarse una Alianza para poder derrotar al peronismo. La Unión Cívica Radical sumó al Frepaso (Frente País Solidario), una coalición integrada por el Frente Grande, que en sus orígenes se gestó como una escisión de diputados peronistas liderados por Carlos “Chacho” Álvarez que se oponían a las políticas de Menem y que sumaba a otros dirigentes como Graciela Fernández Meijide y Aníbal Ibarra. Esa fue la Alianza que compitió en 1999. La fórmula Fernando de la Rúa – Carlos Álvarez le sacó una ventaja de 10 puntos (48 contra 38) a la representación del PJ de Eduardo Duhalde y Ramón “Palito” Ortega. Muy atrás quedó “Acción por la República” de Domingo Felipe Cavallo, con el 10% de los votos.Y como sabemos esta historia no terminó bien. La Alianza recibió un país endeudado, con una industria paralizada y con una pobreza cada vez mayor. Los créditos del FMI seguían fluyendo pero cada vez se debía más y había menos dinero para devolver esos fondos. En medio de ese desfasaje, el Fondo exigía reformas económicas que aseguraran el equilibrio fiscal, como reaseguro de pago de los préstamos externos. Una de esas exigencias fue la flexibilización laboral, que terminó en el escándalo de las coimas del senado. El senador Antonio Cafiero denunció que corría plata para que aprobaran la ley que iba en contra de los intereses de los trabajadores. Fue una bomba política que hizo estallar la vicepresidencia. “Chacho” Álvarez terminó renunciando y dejó debilitado políticamente al Gobierno de De la Rúa. Llamaron a Cavallo, “el padre de la convertibilidad” para que con su influencia pudiera solucionar la crisis económica. Consiguió el “Blindaje”, que llenó de dólares el Banco Central para que el Gobierno se asegurara tener financiamiento para enderezar la economía y poder así seguir pagando los créditos. Pero las balas penetraron igual. Estados Unidos, inmerso en una gran crisis de seguridad por la caída de las Torres Gemelas, tenía la atención en otro lado, ya no había lugar para escuchar a los funcionarios económicos que viajaban a Washington. Lo mismo hizo Anne Krueger, la subdirectora del FMI. Argentina y su convertibilidad estallaron por los aires con nosotros adentro.Saqueos, cacerolazos, represión, 39 muertos, De la Rúa, helicóptero y cinco presidentes en una semana. Faltaban dos años para que terminara el mandato constitucional. La transición ordenada sólo quedó como una aspiración democrática. Eduardo Duhalde, quien había perdido la elección de 1999, fue ungido por la Asamblea Legislativa el 2 de enero de 2002 para completar el mandato hasta el 10 de diciembre de 2003. Lo dijo: “Argentina está fundida… mi compromiso a partir de hoy es terminar con un modelo agotado que ha sumido en la desesperación a la enorme mayoría del pueblo argentino”.Eliminó la convertibilidad, debió devaluar el peso y apostó por reactivar la industria y el mercado interno. Volvió a poner al país en marcha, pero hastiado de la función ejecutiva y presionado por los asesinatos de Mariano Kosteki y Darío Santillán, una semana después, adelantó la entrega del poder. Llamó a elecciones para el 27 de abril de 2003. La fórmula Néstor Kirchner-Daniel Scioli sacó 22,24% de los votos, menos que los 24,45% del binomio Carlos Menem – Juan Carlos Romero. Exigua diferencia para los nostálgicos del 1 a 1, que no alcanzó para evitar al santacruceño. Iban a entrar al primer ballotage argentino. La segunda vuelta debía llevarse a cabo el 18 de mayo de 2003, pero el riojano sorprendió. El 14 de mayo anunció: “Como decía la compañera Evita, renuncio a los honores y a los títulos pero no a la lucha.Hoy más que nunca Argentina requiere contar con un poder político imbuido de la más plena y transparente legitimidad democrática. Lamentablemente considero que este objetivo absolutamente necesario, no está garantizado con el cumplimiento de la segunda vuelta electoral… la existencia de una campaña sistemática de difamación y de calumnias contra mi persona, orquestada desde el comienzo del gobierno de la Alianza y continuada luego durante el actual gobierno de transición, ha generado las condiciones para que una importante franja de la opinión pública, se pueda ver virtualmente sometida esta vez al acto de violencia moral de tener que escoger un candidato presidencial al que apenas conoce y en quien no confía, no como expresión de adhesión a una propuesta y a un programa que se negó a debatir públicamente, sino con el solo objeto de impedir la victoria de otro candidato presidencial. Por estos motivos, estimo conveniente no participar en esta segunda vuelta electoral…”. Quedaba así allanado el espacio para la aparición de lo que luego se convirtió en “el kirchnerismo”. Para los comicios de 2007, con una economía en marcha, superávits gemelos, un claro mensaje de potenciación de la industria nacional, sumado a reanudación de los juicios a represores y una integración latinoamericana, e
l matrimonio presidencial se pasó la banda y el bastón. Ya sin Néstor, pero con un fuerte respaldo en las urnas, de la mano de sus hijos, CFK volvió a asumir en 2011. Ahora le llega el tiempo de la revisión, de mirar atrás, luego de doce años de estar en lo más alto de la exposición política. Esta transición tendrá una particularidad histórica. Sin contar tres de las presidencias de la fraudulenta “década infame”, desde 1928 que no ocurre una tercera entrega consecutiva de mandatos terminados a tiempo. Roque Sáenz Peña, asume en 1910 (fallece en 1914) y completa el mandato su vicepresidente Victorino de la Plaza hasta 1916. Triunfo de Hipólito Yrigoyen para el período 1916- 1922. Le sucede Marcelo Torcuato de Alvear 1922- 1928. Vuelve a asumir Hipólito Yrigoyen en 1928, pero se produce el quiebre institucional con el golpe de Estado de 1930.Y así, luego de botas y fusiles, hiperinflaciones, caos y muerte, este 10 de diciembre se volverá a repetir algo que ocurrió hace 87 años. Argentina discute políticas y modelos, pero afortunadamente, la madurez nos está llevando a un estadío superior en nuestra democracia. Que así continúe.





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