“El dibujo y el conocimiento del rostro en la investigación” son algunas de las claves con las cuales trabaja el obereño Ramón Antonio Sotelo (47), perito dibujante de la Policía Científica bonaerense con 25 años de experiencia y con una historia de vida fascinante. A los 21 quiso ser sacerdote jesuita, pero Jorge Bergoglio, en la época en que fue arzobispo de Buenos Aires y maestro suyo, lo bendijo porque iba a “hacer otro camino”. “Siempre me acuerdo de sus palabras, y también de las cosas que le hacíamos, no maldades sino travesuras, como por ejemplo de llenarle de migas de pan la cama -para molestarlo cuando se iba a dormir- o ponerle dulce de leche al picaporte”, recordó con humor.
Como lo del camino religioso no era para él, Ramón pensó en inclinarse por la abogacía. Sin embargo, abandonó la carrera tras completar el tercer año, ya que su fascinación por el arte, algo que empezó a manifestarse desde muy niño, le empezaba a marcar el camino definitivo. Un conocido suyo lo incentivó a tomar un curso en perito dibujante forense y Ramón contó a PRIMERA EDICIÓN que lo tomó más interesado en ganar el dinero de la beca que en trabajar resolviendo crímenes. No contaba con ingresos fijos y la vida en la Capital del país siempre le resultó muy dura.
Tras el temprano fallecimiento de su padre debió abandonar Misiones, e iniciar un comienzo en el Gran Buenos Aires, donde durante muchos años tuvo que salir a cartonear junto a su madre y hermanos para mantenerse, tarea que siguió realizando hasta 2011 y aún después de ser elegido entre los cinco ganadores para empezar a trabajar como perito dibujante forense, porque “los sueldos son bajos yo nunca quise que le faltara nada a mis hijos”, contó.
Pasaron 25 años de aquel entonces. Sotelo nunca bajó los brazos, en la actualidad es profesor técnico en Criminalística y está a punto de culminar su licenciatura y docencia en Artes Plásticas, en la Universidad Nacional de La Plata. El hombre dicta conferencias y ensayos a partir de la publicación de su libro “El dibujante forense y la Criminalística”, único en el país y entre los pocos que se cuentan en la historia de la Criminalística, sobre esa temática. Está a la venta en todos los países de habla hispana y se ha convertido en un dispositivo conceptual que excede lo histórico para habilitar algunas claves interpretativas del submundo criminal.
La constancia, la preparación, el compromiso con la tarea, lo han colocado actualmente en una situación un poco distinta, pero lo que nunca pierde Ramón Sotelo son las ganas de aprender y de seguir creciendo. Entre tantas anécdotas que conserva, Ramón recordó haber sido contactado por un juzgado en lo Penal de Posadas, en un asunto de “robo calificado”. “Siempre que fui y volví lo hice con un lagrimón”, explicó emocionado.
Desde hace unos años, en las series de televisión sobre crímenes: como CSI: “Crime Scene Investigation”, se empezaba a definir el perfil de programas posteriores. De hecho, el género policial televisivo cambió en los últimos 15 años, y entre esos cambios forense ganó espacio y opacó a otros personajes.
Pero ¿qué hacen los forenses de “verdad”? La labor como perito dibujante forense traspasa más allá de lo que uno pueda imaginar. Implica una preparación humana mucho mayor a la habilidad de plasmar un dibujo, debido a que nos toca, en muchísimas ocasiones, realizar el dibujo de un rostro dictado por una víctima de abuso sexual, por ejemplo. Un hecho traumático, sin dudas que obliga al dibujante a actuar con mucha cautela, ya que pesa sobre sí la responsabilidad de plasmar, o no, el rostro de un supuesto imputado, dictado por la víctima.
¿Existe el crimen perfecto? No, no existe el crimen perfecto, para el perito no hay crimen perfecto, ya que un perito es un detective e investigador silencioso, y no se le puede escapar nada, el perito siempre tiene que estar en formación si le gusta su profesión. En lo personal, y más allá de que hayan tenido repercusión en los medios masivos de comunicación
¿Cuál ha sido el caso más impactante que le ha tocado participar? Reciente y no tanto. La muerte del cantante Rodrigo, cuyo accidente ocurrió en la comisaría de Florencio Varela donde trabajo, y luego un hecho que me quedó muy grabado, cuando en un basural se encontró el cuerpo de una mujer con el cuerpo intacto, pero sin la máscara facial, solamente se podía ver los huesos del frente del rostro, y ha sido calificada como “Averiguación causales de Muerte”, víctima NN femenina. Tuve que trabajar en la reconstrucción de su rosto durante semanas en la morgue para trazar un identikit. Gracias a ello su familia puedo identificarla.
¿Cuáles han sido los cambios y desafíos (tecnológicos) con los cuales tuvo que lidiar? No sé si lidiar, ya que la tecnología avanza a pasos agigantados, pero no me cierra cuando dicen que un software puede llegar a reemplazar la mano de un experto perito dibujante forense, por lo que le respondo, que en los programas avanzados no hay rostros con anomalías, como por ejemplo: labios leporinos etc., en este caso siempre el dibujante experto en su especialidad es llamado para detallar o plasmar un labio leporino o parálisis facial. Los dibujos, si no van acompañados con un informe técnico pericial no tienen validez, caería la causa en los juicios orales.






Discussion about this post