La capacidad artística de una persona se potencia cuando es compartida. Es el caso de Sara Carmen Sales (58), artista obereña que descubrió su exquisita capacidad para las artes plásticas de casualidad.Es casada, tiene tres hijos. Cuando el segundo de ellos dejó la casa materna para iniciar su vida adulta, Carmen tuvo la necesidad de ocupar el vacío que sentía. Siguiendo una inquietud empezó a acudir en calidad de oyente a las clases de cerámica en la Facultas de Arte y Diseños de la ciudad.Luego se transformó en alumna y actualmente es profesora en la cátedra de Pintura, además de artista plástica. Sus obras han sido parte de numerosas muestras en la provincia y el país. En estos momentos se exponen sus trabajos y el de sus alumnos de la facultad en la galería del Hotel Amerian en Puerto Iguazú. "Son cincuenta cuadros realizados con diferentes técnicas y estilos. La línea de conexión se da porque expresa la fibra poética de cada artista. Si bien son alumnos ya se los puede considerar como tales", comentó a PRIMERA EDICIÓN.Siguiendo un pedido de su amiga, profesora y colega, Dora Yagas, ya desaparecida, Sara abrió un taller de pintura en su casa. Dos veces por semana durante la tarde comparte sus conocimientos con alumnas particulares. "Dora me pidió que lo hiciera, porque era un sueño que ella tenía y no lo pudo concretar. Incluso me regaló sus pinturas, caballetes, pinceles", recordó la artista.Las tardes del taller de pintura son irremplazables para cada una de sus integrantes. Ahí, mientras pintan, hablan de las preocupaciones, experiencias, de los logros, los quehaceres diarios, el trabajo, los hijos, alegrías, tristezas, la vida. Algunas son abuelas ya jubiladas, otras comerciantes, amas de casa, empleadas, distintos roles y comparten mucho más que la pintura. Juegan, celebran fechas especiales, se respetan, se quieren. Son "amigas" de pintura. El tiempo que comparten es el de las clases. "Es muy lindo el grupo que armamos. Cada una es diferente. Las clases representan un espacio de expresarse, aflora la sensibilidad, eso es lo que logra la pintura, el arte. Aprendemos una de la otra, nos extrañamos y por sobre todo ellas se ven reflejadas en sus trabajos, que además les da la satisfacción de ser capaces", manifestó la profesora.El espacio iluminado, los colores, olores, pinceles, pinturas, cuadros a medio hacer, confluyen en un ambiente en armonía, cálido, agradable, donde se respira arte. Las clases son personalizadas y la elección del trabajo libre. "Ellas eligen qué dibujo hacer, yo simplemente las guío, pero los trabajos son increíbles, muy buenos. Igual creo que lo importante es tener espacio donde son ellas mismas, donde pueden expresar el riquísimo bagaje personal que tienen, eso es lo que caracteriza al taller", concluyó Sara Carmen Sales.





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